martes, enero 31, 2006

Ausencia

si solo pudiera odiarte seria mas facil, pero nunca me diste razon alguna para hacerlo. aun hoy, despues de todo el desenlace, no encuentro manera de hacerlo. podria invertar razones, justificar lo injustificable, darle vuelta al gato sobre su quinta pata, pero al final seria todo en vano. todo lo que hago es en vano...
embotado, salgo de casa. navegando mi cigarro, me sumerjo en la noche, ansioso. busco entre el humo y el olor a perfume barato, la musica estridente y las palabras muertas. busco bajo las piedras y los posavasos, en los baños y farmacias, en el enrrarecido aire de la juerga, y sobre todo, bajo la piel y entre las piernas de muchas, muchas mujeres. pero todo es en vano.
y el vaso que trato de matener siempre lleno, para no ver tu rostro en el fondo, me trae alegria amarga. tu sonrisa bajo mis sabanas, tus pies descalzos, tu ombligo, tu suspiro antes de dormir. todas cosas de una vida que me parece dolorosamente extraña, terriblemente lejana.

por mas que me raspe la piel con rocas no puedo borrarme tu ausencia.

embotado, salgo de casa. no es por el humo del cigarro, ni por la eterna resaca. no es por la seductora noche, ni por el calor de mierda. ya lo dijo un viejo lobo del hueveo: "los putones, como los jedis, nunca se enamoran". y yo estoy jodidamente enamorado hasta las patas, y no tengo a yoda para que me aconseje.
es tu ausencia. me embota, me caga, me jode la puta vida de mierda. me falta tu piel y tu culo helado, tu beso de buenas noches y tambien el de buenos dias. me falta tu aliento en mi boca y tus uñas clavadas en mi espalda, tu cabello siempre pulcramente perfumado y tus ojos de gata.
tu olor y el mio, mesclados despues del sexo...
es tu ausencia, y todo lo que haga para olvidarte es en vano...

sábado, enero 28, 2006

El Hijo de Dios (3, final)


Putitos, el desenlace:

Rodeados por un cesped verde, los hombres y las mujeres todos de negro, elegantes y sobrios, parecen hambrientas aves de carroña junto al féretro. Un cura, el cóndor, presidía solemnemente la ceremonia y hablaba de lo que tenía que hablar: "Jesús murió por nosotros" "venció la muerte para darnos resurrección" "fue crucificado, muerto y sepultado". Jesús tuvo un entierro judío, pensé. Después de todo, los mismos que te matan te sobreviven y después te entierran.

Carlos se acercó a mi, estaba deshecho y me abrazó tratando de decir algo. Cuando se hubo calmado comencé a entenderle: Están enojados porque se enteraron de todo, me dijo desesperado
-De todo de qué, interrogué
-Lo de nosotros
-¿pero por qué arman tanto escándalo? ¿cómo se enteraron?, desesperé
-Yo también voy a morir, balbuceó
-¿De qué huevada me estás hablando?, insití encolerizado
-De SIDA huevón, el mismo que te contagíé a tí y que tú le pegaste Juan.

Mi estómago libró la tensión mediante un espeso vómito amarillo que entintó la lápida de un sujeto desconocido. Ví como todos me miraban con odio. Todos estaban seguros que yo era el culpable de aquella muerte insensata. La madre desconsolada, cuyo hijo había muerto y salido del clóset en un mismo instante, parecía una oveja que no entiende por qué le quitan a su pequeño cordero. Su mirada sumergida en sal penetraba mis entrañas. El cura calló al notar la presencia de un enemigo y un silencio andino enfrió aún más el encuentro.

- Cuando Juan terminó contigo anduvo con Félix, remató Carlos.

Me di vuelta y comencé a caminar. No podía quedarme allí. Tampoco podía irme sin decir nada y, antes de voltearme grité: "¿Están seguros que la culpa es mía? ¿Él no me engañó? ¿Era él un santo?"

*

De esto han pasado ya muchos años y el sida ya no necesariamente es fatal. Desde aquel día en que me enteré de mi enfermedad pienso en la muerte de Juan, en sus últimos momentos. Lo imagino boca arriba con sus manos extendidas por el lecho. Imagino su piel lacerada por el cáncer de Kaposi y su boca desfigurada por la proliferación del Herpes. La respiración obstaculizada por derrames pulmonares. Justas y sabias palabras finales emanan de su boca tras un último aliento angustiado. Una agonía excesivamente dolorosa, pero romántica.

El Hijo de Dios (2)


Después de eso no lo vi en mucho tiempo. Entre nuestros amigos se rumoreaba que había renunciado a su trabajo y que ya no salía del departamento. Por momentos nos reíamos de sus locuras y nos lo imaginábamos atado a un tronco de madera frente al ventanal de su habitación, perdonándonos a todos por nuestros pecados. Yo lo llamaba por teléfono semanalmente pero él no contestaba. Nos tranquilizaba de vez en cuando mandando un correo a alguno de nosotros, con un mensaje divino. La teología de estos mensajes generaba horas de diversión: "Dios es Amor", "yo soy la palabra", "tengo un gozo en el alma".

Con el tiempo que pasaba sin verlo por su reciente zafadura, empecé a extrañarlo con angustia. Me despertaba en las noches, llorando, después de que mis pesadillas le insertaran lanzas por los costados, lo desangraran con golpes de latigazos y lo sacrificaran en las cimas de Gólgotas oníricos.

Varios meses después de nuestra última conversación, sonó mi celular en mitad de la noche. Juan estaba en el hospital. Fui a verlo sin pensar en nada y lo encontré solo, vendado como momia. Félix, uno de nuestros amigos, lo había golpeado hasta casi matarlo. Juan apenas podía hablar (tenía heridas en la garganta) y hacía gestos para que le acercara mi oído. Me acerqué y me susurró con una tenue brisa cálida: "Éste es mi Via Crucis". Yo no pude contener el llanto y tomé su amoratada mano para recibir su calma, como lo hacía cuando éramos amantes, pero él tomó mi mano primero y la presionó con fuerza. "Yo te perdono, aunque seas Judas", y miró hacia la entrada: Había llegado la enfermera. Tuve que irme. ¿Acababa de llamarme "Judas"?

Durante esa semana y las tres siguientes viví tratando de encontrar a Félix. Hacía tiempo que quería golpear a ese bruto estúpido que se creía mejor que yo. Ahora había golpeado a Juan, por lo que me daba una razón pública y de peso para darle una paliza. Me imaginába topándomelo en plena calle, la gente rodeándonos y mis puños vigorosos e incisivos en su rostro de simio. Nadie me quería decir donde encontrarlo, inluso me parecía que ninguno de los cercanos quería siquiera hablar conmigo. No me topé con Félix hasta el dia del funeral de Juan.

Mi salud no había estado muy bien, una tos violentísima me sacudía cada noche. Su madre me telefoneó para avisarme que había muerto. Me contó que días después de recibirlo de alta en su casa, un desmayo en la ducha los alertó sobre una recaída. "Estaba sufriendo mucho", repetía entre sollozos. En la clínica hicieron todo lo que pudieron pero finalmente un paro cardíaco terminó con su vida desordenada. "Estaba sufriendo tanto". Traté de calmarla, pues imaginaba una muerte por sobredosis. Ella del otro lado estaba desconsolada (como yo lo estaría después) y me preguntaba y tiraba frases al aire "¿por qué nunca me dijo?" "Nunca me dejó conocerlo" "¿Tú sabías?" Yo en mi cabeza elucubraba a Juan con su mente empolvada hasta las nubes, punzada por relumbrantes líneas de cocaína, como una tormenta luminosa y oscura, dando fin a su vida en una cama de hospital, padeciendo la ironía de morir a los pies del vencedor, cuya imagen crucificada dominaba desde la pared, sobre la cabecera del lecho de muerte. "Estaba sufriendo tanto"...

jueves, enero 26, 2006

El Hijo de Dios (1)


Les pido que me disculpen el que a veces me salga de los temas que este blog debe ahondar.... pero sucede que como putito callejero uno escucha muchas historias y desde esa perspectiva es adecuado publicarlas aquí.

El siguiente relato se lo escuché a un triste tipo en un bar y le di mi correo para que lo escribiera y pudiera ser publicado. Mandó el relato dos meses después del encuentro y curiosamente el estilo de este tipo coincide mucho con la pluma clásica y mamona que de mí están acostumbrados. Saludos putos.

"El eco de sus palabras resonó con fuerza en su oficina de paredes vacías. Sólo un enorme cuadro abstracto, que hacía discreta referencia al Crucificado, adornaba la pared del fondo con colores vivos y desparramadas pinceladas. Juan Bautista Lira, publicista de profesión, homosexual multimillonario con apenas treinta y tres primaveras cumplidas, acababa de revelarme su ascendencia divina. Me pedía ayuda pues necesitaba cumplir, a su edad, el destino final de Jesucristo.

No sé exactamente cuando empezó con el asunto religioso. Si mal no recuerdo, todo fue gatillado por las películas. Durante dos meses, postrado por una enfermedad pulmonar, se dedicó a ver películas bíblicas y a pasar tardes enteras dándonos cátedra sobre los errores y los aciertos, históricos y teológicos, de distintos trabajos fílmicos entre anécdotas de irrefutable falsedad (una vez me contó que había escuchado la musica de 'Jesucristo SuperEstrella' cuando aún no había nacido, en el vientre de su madre, y que cuando la escuchó por primera vez "en vida" cantó a la par del disco todas las canciones de Ted Neeley). Después, en la historia de su obsesión, comenzó su pasión por los símbolos eclesiásticos. Se enamoraba de cruces, vírgenes de yeso, nacimientos, cuadros religiosos, rosarios prehistóricos y cualquier chuchería barata de viuda devota. Tapizaba su departamento con crucifijos, santos atravezados por flechas y gigantografías de Robert Powell coronado por diademas de espinas.

Conocía sus bromas y nunca creí que hablase en serio. Ni siquiera en ese momento en que en su despacho, con lágrimas en los ojos, me pedía que lo ayudara a clavarse en el madero. Siguiéndole un poco el juego, le comenté que clavarse en la cruz era una mala idea puesto que ya no tenía originalidad. Jesús no podía morir dos veces de la misma forma. Debería ocurrírsele alguna otra manera de efectuar su muerte, pero conservando el carácter penitenciario, la pureza estética y la romántica agonía dolorosa de la crucifixión.

Mis palabras fueron oidas y me dio la razón. Agradeció vivamente el consejo y dijo que meditaría ampliamente sobre este asunto. Antes de irme, insistiendo sobre su condición, me dijo que su padre ya había decidido el final por todos nosotros."

domingo, enero 08, 2006

:___/\______\o/____: Tiburón de piscina.

Rara vez he encontrado algo tan certero y en lo que todos pueden estar deacuerdo conmigo. Las leyes estéticas son una mierda... Profundizo... (por honrrar a nepslord supongo) hagamos una lista mental de todas las minas buena onda que conocemos, pero que no son en lo mas minimo de interés romantico. Me refiero a las mujeres que no aportan a las pajas (valgame dios, ese lenguaje!!). Todos conocemos a dos o cuatro de las "guatonas buena tela" o las "bestias peludas", o a Jamón sin ir mas lejos. Estas personas que son amenas, simpáticas, sensibles, etc... Entonces que es lo que quita la química? por mucho que detesto esa palabra...


Es el margen estètico.


Por eso antes de que sea demasiado tarde hago referencia al titulo y me declaro TDP (tiburón de piscina). Que sería una antitesis de lo que fue la CSM (campaña super modelo) que patrocino más de algún dolor de cabeza.

La TDP trabaja por aboler los limites estéticos para porder trasender a la personalidad del individuo, vengan las feas, las gordas, las rechazadas, las raras, solo hace falta el factor humano, que priorizo ante el resto.


Aqui una foto de mi nueva novia...

martes, enero 03, 2006

Viagra


¡Quién chucha se creía! Con el orgullo herido, me negué con voz, pies y cabeza a su petición.

Pero ella insistió.

Estiró su delgado brazo moreno para pasarme el frasco que, como único adorno al entregármelo, desnudó completamente el cuerpo. La miré: Tetas chicas pero altivas, cintura muy marcada: quizás caderas demasiado grandes, erótico pelo negro ondulado, piel perfecta y, una inteligencia diamantífera que emanaba de sus ojazos negros -una vez, cuando me coqueteaba, conjugó "ir" por "iva" en un crucigrama-. Toda ella, desnuda, sentada en sus talones sobre el cubrecama ¿Cómo explicarle que no necesitaba esa huevá de medicina?

Por amigos me había enterado que había sido depresiva, que incluso hace muchos años atrás la habían internado. Probablemente algún trauma le quedaba. O no creía en mí o tenía complejo de fea.

Rápidamente saqué la última pastilla de sildenafil, cerré el frasco y lo dejé por ahí. Apagué la luz y, lanzándome encima de ella, deposité la píldora entre sus labios.
- Deberás dármela tú, galanteé.

Ella comenzó a forcejear con "la pastilla de la felicidad" entre los dientes y, en alborotada risa, nos dimos un par de vueltas sobre la cama y caímos al suelo. Después del golpe, para mi preocupación, se quedó callada y emitió una pequeña tosesita. Me incliné sobre ella y me miró con sus ojos inteligentes.

Muy seria, anunció haberse tragado con el golpe la píldora mágica del sexo.

Imaginé inmediatamente un voluminoso cuerpo cavernoso emergiendo de su femenina entrepierna, una naciente virilidad bajo su pubis. Al parecer, ella pensó lo mismo porque se veía preocupada:
- Tengo que vomitarla, me dijo
- No pasará nada... si te sale un pene dejo que me lo metas, me reí
- No... en serio... ayúdame, insistió.

Con la seguridad de los que no saben, le prometí que no pasaría nada. Ella me negó con la desconfianza de un pájaro:
- Tú no sabes nada, sentenció con toda la razón del mundo.

Pero luego la discusión se tornó más acalorada. Ella estaba desesperada y no soportaba mi tranquilidad. Gritando, llorando y mordiendo me arrastró hasta el baño donde tuve que ayudarle a vomitar cada recoveco de sus entrañas. Después ella se tranquilizó, tomo su ropa, se vistió, me insultó con dos o tres palabras y se fue.

Me quedé solo en la pieza del motel. Prendí la tele y vi a una pareja que se destrozaba en repetitivos movimientos centrípetos. Me lo había perdido. Apagué la tele. ¿por qué se había urgido tanto?¿no existen acaso tratamientos médicos en los que las mujeres toman viagra regularmente? ... Loca de mierda.

El frasco estaba en el suelo. Apenas lo tomé, la etiqueta se desprendió sospechosamente.