martes, junio 23, 2015

Weird Tales: La noche mas larga



Susurra, y como el aliento de un dragón, sus palabras se condensan y deshacen en el frío de la medianoche.

- ¿Tienes miedo?- Sus ojos son navajas desenfundadas y sedientas.
- Si…
- Muy bien… ¿estás listo?

Solo esta ella, envuelta en su eterno cabello negro. Ella y yo. Su rostro como la nieve me observa curioso, moviendo el eje de su cabeza como búho al acecho. El frio me adormece la piel. Es como si emanara de ella, como si ella fuera la fuente del frio y la oscuridad del universo. Desnuda, avanza lentamente, solemnemente, sonriendo. Su menuda y pálida forma enmarcada por su eterno cabello negro, que todo lo envuelve, como la noche más larga.

- No te preocupes…- roza con sus labios mi oído mientras su mano izquierda acaricia mi cuello – dolerá…

No siento la puñalada, solo su siseo de placer. Se retuerce y gime, sus ojos se desorbitan y su barbilla tiembla mientras emite un ronroneo, un gorjeo anterior a la creación de la vida misma. El frio penetra en mi pecho mientras la sangre comienza a manar sutilmente. Con fuerza inhumana agita el puñal (o tal vez es su mano, no lo sé con certeza. A estas alturas da igual). Mi esternón y mis costillas chasquean y se astillan. Eso si lo siento. Mis pulmones se comprimen por al cambio de presión. Trato de aullar en vano. No puedo respirar. Como lombriz en el anzuelo me retuerzo, tratando de sobrevivir, pero ella me sujeta ferozmente por la mandíbula inferior, metiendo sus dedos dentro de mi boca.

- No te resistas, es inútil, solo extenderás el dolor. ¡Entrégamelo, entrégamelo todo, por favor!!!
- ¡¡¡¡Gggggaaagaaacaa gueee gaa conngaaa guee gu gaaagree!!!!

Como una rata diligente, hurga dentro de mi pecho, escarbando, arañando, desgarrando, sonríe enloquecida, riendo como hiena hambrienta frente al festín. Poseído por la agonía, la muerdo y se me va la vida. Mis dientes rechinan, se congelan y se quiebran mientras penetran su piel de hielo. Ella se paraliza, respirando silencio, y su mueca de goce desaparece. Por un momento, solo el borboteo manando de mi pecho y sus dedos quebrándose llenan la escena. Siento mi sangre regarse a mi alrededor, como un lecho tibio que lentamente se extiende y se enfría. Pierdo fuerzas y ya no tengo aliento. Me suelta la mandíbula y observa sus dedos trisados y torcidos. Caigo despaldas inerte, la  vida escapándoseme por el pecho. Sus ojos fulgurantes me contemplan en un rabioso silencio. Se monta sobre mí, como una amante, mientras recompone los huesos de sus dedos, haciéndolos chasquear. Ambas manos están ahora cubiertas con mi sangre.

- Eso fue innecesario, y de muy mala educación. – sus ojos relampaguean.

Con el índice de su mano derecha se tiñe los labios de tibio escarlata. Sonríe, salvaje y fría, hambrienta, y  acerca sus labios rojos a los míos.

- Bésame por última vez.

Gentilmente posa sus labios sobre los míos. Una gota de mi sangre se cuela en mi boca, mientras con su lengua extingue mi aliento. El resto es silencio.
Puedo ver la escena desde la distancia. Ella destroza la caja torácica de aquel cuerpo inerte y devora su contenido, hundiendo la cabeza en el pecho. De cuando en cuando levanta la vista y contempla en la dirección en que la observo, sonriendo, el rostro teñido, como un depredador luego de la caza. Deja el corazón para el final. Con sumo cuidado lo extrae, y arranca pequeños hilos negros que echan raíces en el, cubriéndolo por completo. Le toma tiempo, pero lo hace pacientemente. Lo lame cariñosamente hasta dejarlo limpio, y como un felino, juega con él un rato, manoteándolo y saltando a su alrededor. Luego lo devora lentamente, saboreándolo golosa. Ya no siento el frio, allí desde contemplo todo. Solo puedo ver su cabello negro que todo lo envuelve, como la noche más larga. Finalmente también me envuelve, colándose bajo mi piel con un suave arrullo. En la completa oscuridad, puedo escuchar su voz. Un susurro, que me toca como un suave copo de nieve.

- Realmente disfrute la parte en que me mordiste…

De pronto siento el frío nuevamente. Entumecido, mi cuerpo comienza a temblar. Me agito de un lado a otro y ruedo. Despierto de golpe, desnudo en el piso de mi habitación, junto a mi cama. Me levanto con dificultad, mascullando en un idioma olvidado, adolorido y agotado. No me interesa la luz de la luna creciente, ni la madrugada del primer día de invierno. No me interesa si alguien o algo me observa y se ríe, o tal vez siente compasión. Solo me interesa volver a la cama y envolverme entre las mantas, perderme en un dormir tibio y sin sueños. Pero no puedo. Amanece, y aun puedo saborear una gota de mi propia sangre, mesclada con su beso.


- Ni con mil polvos se me cura esta custión…

domingo, diciembre 23, 2012

Magic Mountain


La así llamada “navidad” por ateos y católicos es un tema controversial de tan larga data que esa misma reyerta se ha vuelto en sí misma un tópico.  Mi punto es que si se aplicase strictu sensu la filosofía que originó la euforia decembrina, tendríamos que volver a resignificar el sentimiento humano más básico, esto es, el afecto por el género mismo, tan vilipendiado y decadente ya desde la primera modernidad acaecida en el siglo V.  En esas estoy, cuando de pronto siento una gota de sudor que escurre por mi pezón derecho, cuyo impacto minúsculo en mis piernas me hace abrir los ojos y darme cuenta que el sauna es un buen lugar para recuperar la admiración perdida hacia mis congéneres de especie.  Es un lugar privilegiado porque sólo los mejor fornidos son quienes logran escalar las paredes variopintas del rocódromo, en ese lento y acompasado ritual donde se toquetea la pared, rozándola promiscuamente con manos y piernas, buscando sus recovecos, husmeando en sus curvas, sudando y donándole sudor, con un bailoteo forzado y en ocasiones con cierto dolor hasta llegar al lugar membretado como –ZONE-.  En ese momento que finaliza el ascenso, todo es placer.
Escalamos y la pared es nuestra única amante, pues no vemos a nadie más a los ojos.  Después vamos todos al sauna, a tener la charla postcama que ella no puede darnos.  Mis ojos que obedecen a otra lógica que no son las de la civilizada indiferencia dentro de un sauna nudista mixto, atrapan el momento en que esas nalgas se pronuncian firmes en este cónclave silencioso, y definitivamente se posan en la alegre reiteración de varios miembros muy bien puestos.  Más nalgas, cabellos dorados, líneas dibujadas por costillas y espaldas llenas de caminos brillando a contraluz como en una vitrina de expendio que sólo acepta monedas y yo sólo tengo billetes.  Hace calor y todos lo resistimos cómplices.  Sigo sudando y ahora siento todas las gotas resbalando por mis tetas con hilos de frescor hasta que de reojo lo veo.  También sus ojos miran mis piernas bañadas, y yo podría ofenderme porque me han sorprendido en este acto de contenido vouyerismo, pero mejor me recorro un poco hacia la luz y así puedo ser una cascada si él quiere.  Me aprieto contra mi toalla posada en el banco de madera.  Por el trabajo anterior, casi no tengo fuerzas ya en las manos, pero sé que estas presiones intermitentes son mi pase de regreso: yo quisiera tocarlo también, pero entonces rompería el pacto de fidelidad que juramos todos al rocódromo y ya no podría volver.  Entonces me muerdo los labios y deletreo esta historia. 

miércoles, abril 01, 2009

Asterion


Pasiphaë se cae de sueño varias veces durante las noches que pasa en el balcon mirando hacia los campos de su rey, Minos a quien desposo y al cual gracias a su alianza a Poseidón habia recibido un hermoso toro blanco al que llamaron Asterión. Pero no todo iba bien, en los ojos de la reina Pasiphaë se comanzaba a reflejar la soledad del mar cuando miraba a veces el rugir de su hoguera.

Daedalus, el mayor arquitecto de la antigüedad, notó su angustia y su mirada a los campos. Arrodillado pidió a su reina que le diera a conocer su pesar para remediarlo.

"He notado que Asterión deja de pastar cuando ve que le observo, se coloca de lado para mostrarme su porte, y veo en él una nobleza y un valor que no he visto en ningún hombre. Cómo es que un toro noble vive en libertad en los campos y yo como reina le pertenezco a un rey solamente?"

Daedalus bajo la cabeza en sombria ausencia y al levantar su mirada dijo a su reina que no se preocupara, le prometio encontrar una respuesta para el final de la cuarta luna llena a partir de esa tarde.

Hacia la tercera luna, la reina había perdido su juicio, bailaba desnuda frente al toro y le vestia con las ropas de su esposo, le acariciaba y le daba frutos de comer y vino de beber. Minos siendo un hombre de virtud y proezas estaba completamente espantado por la escena, y sin embargo no podia deshacerse de Asterión porque era un regalo del dios del mar.

Al comienzo del último día Dedalus, el hábil arquitecto regresó con lo que parecía ser una vaca de madera revestida en pieles. La reina se mordió los labios e hizo que sacaran el artefacto a los campos donde pastaba el toro blanco.

En una noche como esa, crepuscular, y con la luna nueva sangrante en el bajo horizonte del atardecer la crin del toro relucia mientras olfateaba la vaca-golem y hacía antiguos rituales olvidados para seducir a su hembra. Pasiphaë entonces comenzo a mujir y rezongar dentro de la cavidad. Poco después, la gruesa verga del toro entraba al armatoste con mansa actitud. Pasiphaë colocó sus piernas en las correas de cuero que colgaban del artefacto y poco a poco fundió su miembro con el del Asterión. Repetidas envestidas de magnitud devastadora hicieron a la reina acometer en sollozos varias veces, mientras le hablaba a su amante taurino en voces, veces turbadas, veces seductoras.

Entre largas jornadas y mucho desear, la noche llegó a su fin. El Sol hizo a la bestia dejar su labor, cansada y elemental, para echar el lomo en la yerba fresca del prado. Pasiphaë también en el hilo de sus fuerzas salió de su escondite para dormir junto a su amado. Pues el amor que sentía por la bestia no es de hombres, y tampoco por ellos ha de ser comprendido.

Solo nueve meses después con el respaldo de Minos, justo y sabio, nació un ser blasfemo, que de no ser obra de los dioses iría directo al Hades. Pero su destino era otro. El llamado Hijo de Asterión, el Minotauro, fue concebido y a la vez fue el asesino de su misma madre. Minos, que de piadoso pudo superar al mas bueno de los mortales, fundó un laberinto donde los caminos hubieran de contener al monstruo, hijo de aquel amor imposible entre la reina y el regalo divino.

miércoles, enero 21, 2009

Motel Dragón.


Es dificil contar una historia de motel que no se sepa ya: muertes, historias de traiciones; pero el motel Dragón tiene una história particular.

A la entrada se llega paseando por un largo camino de tierra internado en el desierto, con luz tenue que casi deja perderse a los que pretenden alcanzarla. En la recepción, una mujer asiática pequeña entre cortinas rojas. Sonrriendo, muestra la lista de precios con el último número tachado por una gruesa línea roja. Se alcanza a leer: "Suite Dragón - 40.000 pesos".

- Esa. - Le digo con el dedo.
- No é posible.
- Bueno, entonces dame la nueve.
- Bien, toallas, ¿Quiele?

Antes de que pueda responder, la recepcionista desaparece entre las cortinas que rodean la pequeña recepción.
Ella (cuyo nombre será S), me mira con un destello mientras salta el mostrador y saca las últimas dos llaves, una con un gran "9" en el llavero, y la siguiente que llevaba una trenza terminada en nudo de cordeles de seda rojos.

- Rápido, cambia las llaves!

Todo pasa muy rápido. Vuelve la recepcionista, nos da las toallas, la llave número 9 y nos indica el camino con el dedo diciendo algo en quien sabe que idioma.
Tomamos el auto para dirigirnos a la cabaña 9. Era un lugar extraño, con muy poca luz, ni rastros se veía de otras personas, un silencio absoluto envolvía todo, y no parecía haber una relación numérica entre las cabañas contiguas, lo que hacía aun más difícil encontrala.
Cuando al fin llegamos, dejamos el auto estacionado fuera de la cabaña para despistar. Andando, al poco rato encontramos el final del camino y la Suite Dragón. S sonrreía bajo la luz nocturna y sentí impaciencia en entrar para poder hacerla mia... Hace 4 meses que salíamos y esta era la primera oportunidad que me daba de hacerlo.

Por dentro, la suite era muy especial. Se sentía como que te transportasen a la China misma, con sus decorados y colores. Cientos de pequeñas lamparitas iluminaban el espacio. Vi por la expresión de S en su rostro que le parecía el lugar ideal para este momento "especial", aun que para mi todo esto eran detalles. Sólo podía pensar en su cuerpo, y la silueta que esa luz tan especial formaba en ella. La cama era redonda y central, encontramos y encendimos un incienso, bajamos las luces y encendimos velas, todo cortesía del Motel Dragón. Ese fue el momento en el que me pregunté fugazmente: ¿por qué habrán tachado el nombre?

S me agarró por sorpresa y me paso la lengua por el cuello. Cosa que nunca había hecho, y me comenzó a desabrochar todo lo desabrochable. Algo inesperado, por decir poco. Fue entonces que me di cuenta de que su sombra no era precisamente de su silueta, era mas grande, como si estuviera engulléndome. Exitado le saque las últimas prendas, que retenían todo lo que pensaba recorrer con mi boca. Otra vez S, fue mas rápida, mi ropa estaba en el suelo y su lengua ya bajaba de mi ombligo y mis ganas eran agua hirviendo en su boca, ese fue el último momento que recuerdo.

Ahora no tengo claro lo que soy, cuelgo del techo de la Suite Dragón junto a otras cientos de lamparitas rojas de papel. Y de vez en cuando veo que una pareja entra a escondidas y los fulmina la maldición del Motel Dragón.

viernes, julio 04, 2008

Luz roja. Misterios del Madrid Erótico.

"Soy escritor. No he escrito un libro todavía, y no he publicado nada en ninguna revista, pero como lo que mas hago es escribir, me puedo definir. Ventaja que pocos tienen. Esa, la capacidad de definirse."


Vivo en el último piso de un edificio con un patio interior, con una única ventana que da a las de enfrente y muros pintados de gris. Paso mucho tiempo mirando por esa ventana, a pesar de que aparte del cielo y los muros grises no hay mucho más que ver. Bueno, hay algo que ver, una ventana que sale como una A mayúscula desde el tejado de tejas rojas.

Una noche de verano, no podía dormir por el calor, y vi la luz de un cigarrillo bailar en una danza predecible desde el marco de la ventana a un punto donde asumo había una boca. Luego el humo subía y se perdía. Esta escena simple se repitió otras veces, y con cada encuentro mudo, de ventana a ventana crecían mis fantasías...

... Con las lunas amplias de Madrid a veces podía ver algo de mi personaje, al parecer una chica joven, desnuda, indiferente y un punto rojo en el cercano infinito inalcanzable.


Una noche en que volvía mas temprano que tarde y la noche estaba en recesión, la vi de cerca, estaba subiendo la escalera que llegaba al ático, los pisos que les dan a estudiantes empobrecidos, o jóvenes bohemios.



No vi su cara, solo su culo perfecto subiendo por la escalera. Le dije "Ey..." mudo por las palabras y por la vergüenza no pude hacer mas que mirar el sutil bulto entre sus piernas balancearse mientras escalaba. Tragando saliva entré a mi casa y abrí la ventana al calor nocturno. La ciudad nocturna esta hirviendo con calma, como una bomba de tiempo.

Me quite la ropa y tomé mi posición habitual en la ventana. Ahí estaba ella, muda y mortal, pensando en su diminuta ropa interior se me puso como una barra de acero, una erección casi dolorosa por la presión ejercida en mi miembro. Sin tardar comencé a remediar la situación con los ojos muy abiertos mirando la ventana abierta, el punto de luz roja, y la silueta de sus dibujadas por la luna.

Al cabo de tres minutos, el punto pareció detener su lenta oscilación. Se comenzó a mover fuera de la ventana, donde la luna dibujaba un brazo pálido y una mano de dedos finos que llevaban un cigarrillo con gracia, creo que fue entonces que con la boca abierta por el placer llegue a un orgasmo tan arrasador que sentí los vellos de mi nuca erizándose, seguido de varios jadeos y escalofríos.

Ahí no termina la historia (muchas de mis relaciones suelen terminar justo después del último orgasmo), el brazo comenzó a hacer un gesto de invitación.

No puedo decir que en circunstancias normales hubiera aceptado la invitación pero la falta de palabras que sentía me excitaba, la pureza de mi deseo hacia ella, y su gesto evidente de anelo carnal.

Salí sin vestirme de casa y dejé las llaves colgadas de la cerradura, subí la escalera de metal y mas de una vez mi sexo golpeo los escalones mientras subía recordándome de que su mente propia estaba lista para viajes a las profundidades que ni Julio Verne hubiera imaginado.

Llegue a un rellano pequeño de suelo de madera con macetas de plantas fenecidas adornando una puerta pequeña abierta de par en par. Entré sin decir palabra y adivine hacia donde estaba la ventana por la luz de la luna, ella me esperaba de perfil apuntándome con uno de sus pezones erectos y con unos vaqueros a medio desabrochar, en silencio le bese el cuello y cuando bajó la guardia le bajé el pantalón que quedo a la altura de sus rodillas, le di vuelta y usando el marco de la ventana para doblarla en noventa grados y con impaciencia metí mi miembro palpitante hasta lo mas profundo esperando saciar mi sed.

Sus gemidos eran tímidos, y agitados, como si quisiera contenerlos al silencio que reinaba en la ciudad ardiente y dormida. Pero pronto le fue imposible y con embestidas brutales (a pesar de que nunca he sido una persona violenta) se liberó de los gemidos apagados, dando gritos espontáneos que resonaban por el tejado. Pronto un eco de sus jadeos y forcejos por soltar sus muñecas, fue encontrado por otro orgasmo por mi parte, que dreno el aire de mis pulmones como en un bostezo incontrolable de placer punzante.

Estuvimos todavía un par de minutos mas en esa posición, yo mordisqueándole la nuca y ella rezongando con los ecos de sus gemidos anteriores. Hasta que pude mirar a mi alrededor en la obscuridad, el cigarro se apagaba en el suelo.
He durado dentro de su cuerpo lo que dura un cigarrillo en consumirse, pensé.

Sin pensarlo demasiado y completamente por accidente puse la espalda contra una pared, y mi mano izquierda dio con el interruptor de la luz. Vi a la dueña de mis deseos desparramada en un sillón, luego lentamente se incorporaba mientras la miraba. Entonces vi su cara. Tenia una cara blanca muy hermosa y fina, pero sus ojos eran de un blanco lácteo que me denotó el secreto y a la vez el misterio que acompaña cada secreto.

miércoles, julio 02, 2008

La guinda de la torta

Una expresión simple con un sentido claro, a pesar de que a casi nadie le gustan los marrazquinos. Pero ¿cuál era la guinda de la torta? ¿un accidente mayor? ¿un asesinato? ¿un secreto de familia expuesto a la violación pública? En ese momento creí que nunca llegaría a saberlo. El misterio se extendía como un silencio. Todos, incluyéndome, como estatuas esperando el mensaje: una diminuta trama de sonidos que acarrean como en un tren una roja redondez plástica con sabor a invento. Todos esperando que esa efera irrumpa intempestivamente en la suave crema de las costumbres y los ritos sociales, mostrando desvergonzadamente la vulnerabilidad de los esquemas, la frágil cotidianidad invadida por un sabor extraño. Morbo. Sangre en la carretera. Cabezas desformes. El peor de los acontecimientos podía volverse de pronto el centro de la historia, un gancho narrativo, una poco sutil herramienta de oratoria.

- Va a ser papá - nos dijo por fin a sus amigos oyentes

Algunos exclamaron genuinamente impresionados, otros en cambio cortesmente fingimos moderada sorpresa y muy internamente nos desilusionamos por lo predecible de la historia.

pd: Aprovecho de dar la bienvenida a nuestro nuevo prosti!

domingo, junio 08, 2008

Amor en espacio chico

Un jueves, la llamada de Humberto me despertó más temprano que de costumbre:
- Huevón, no puedo salir de la cama... - dijo
- A todos nos pasa - respondí con la imperceptible rabia de haber sido despertado, según creía, por una estupidez
- No, huon, mi espalda me duele más que la mierda, no me puedo mover, necesito un doctor... me podís llevar?

Ducha rápida, salida al frío, tomar la micro, taco infernal, departamento de Humberto:

- Pásate por la ventana...no te puedo abrir!!! - gritó el amigazo desde su lecho.

Entré a su casa por la ventana (no sin correr riesgo de muerte) y llegué a su habitación. Al abrir la puerta lo encontré en la cama, tieso, mirándome -¿qué te pasa? -interrogué
- Mi espalda cagó....una noche muy fogosa en un espacio chico -dijo
- En tu auto? -pregunté
- Ahí te cuento...llévame al hospital hueon... ya llamé y me están esperando
- ¿Pero con quién?¿con quien andabai anoche? - pregunté mientras lo ayudaba a pararse

*

Nos subimos al auto de Humberto y mientras yo manejaba contó algo más de su historia: - Nos metimos a un "Drive In" -dijo- Nos pasaron una chela de litro y la portera nos apuntó a una caja, una especie de container, donde uno se mete con auto y todo y quedai en la privacidad máxima. Ahí con la minita nos dimos duro...
- Y ella, ¿quién era? - pregunté
- Tu polola, huevón - me dijo para después cagarse de la risa - ¿por qué preguntai tanto?, es....es una mina que no cachai.... la conocí en la disco de la playa pos....¡¡¡unas tetas!!!

*

En el auto, a dos cuadras del hospital suena mi celular. Me fijo que no haya pacos en los alrededores y contesto mientras me cambio de pista...
- Hola mi amor - Era Javiera, mi polola, comenzó a hablar rápidamente - me siento un poco mal - dijo - tengo la espalda hecha bolsa.... no sé por qué...

*

Luz roja en el semáforo. Detengo el auto. Un limpia vidrios se pone a tirar agua en el parabrisas a pesar de mi insistente negativa. Humberto se queja de su espalda. No hay monedas para pagarle al tipo por ningún lado.

- ¿Qué hiciste ayer? ¿saliste? - interrogué a mi novia
- No, osea, salí con la Pancha, arrendamos una película...vimos "crash" - respondió titubeando
- ¿"Crash"? ¿cuál? ¿la de los racistas o esa eroticona...."extraños placeres"?
- ay, no sé -dudó-...actúa este famoso...el que me gusta mí... el...

Luz verde. Comenzamos a avanzar. El sujeto que limpiaba los vidrios me hecha un garabato por no pagarle.
- ¿Por qué no doblaste huón? debiste doblar ahí a la izquierda... te estaba diciendo... - acota Humberto
- Pero te estabai quejando - recrimino.
Aún quedaba jabón en el parabrisas.

- ¿Que me estoy quejando? pero si me duele la espalda - dijo mi novia desde el teléfono
- No te dije a ti, Javi
- ¿Con quién estai? ¿Estai con Humberto? -preguntó ella con un tono algo irritante

-¿Cuando vai a doblar? - se quejó Humberto - Si seguimos así llegaremos a la playa
- Doblaré en Gral Mena -contesté
- Pero huevón ¡en Gral Mena no se puede doblar! ¡y deja de hablar por teléfono que te van a sacar un parte!

- Sí, estoy con Humberto...- le respondí irritado a mi novia mientras no encontraba ninguna calle para doblar...
- ¿Por qué me hablas así? -se quejó Javiera- No tengo la culpa que te hayas equivocado de calle... mándale cariños a Humberto...

- ¡¡Huevón!! ¡¡hay un policía adelante, corta el teléfono!! -vociferó Humberto- ...y dale mis saludos a la Javita-

- ¿Javita? ¿desde cuando le dices "Javita"? - pregunté reflejamente

Ambos dieron su respuesta al mismo tiempo :
- Ay, no seas tontito... ¿de qué han estado hablando? - dijo ella
- Siempre le he dicho Javita... acuérdate que la conozco mucho tiempo antes que tú - dijo él.

En eso me di cuenta que estaba a punto de chocar al auto de adelante y frené de golpe. El ruido del frenazo llamó la atención del policía, que me vio con el teléfono en la mano y corriendo se puso delante del auto para que no avanzara.

- ¿Qué te dije, huevón? Te van a sacar un parte - presagió acertadamente Humberto
- ¿qué pasó, que pasó? - preguntaba Javi desesperada.

Fue entonces que me bajé, le pasé el teléfono a Humberto que se puso a hablar animadamente con Javiera, y me puse a escuchar al policía, que me hablaba sin parar de mi espantosa imprudencia. Casi sin oírle, no sé por qué miré al auto y, mientras el policía me hablaba y Humberto se reía con mi novia al teléfono, vi un brillante aro que yo le había regalado a ella en algún aniversario, impúdicamente visible en el asiento de atrás de Humberto, reflejándome toda la luz del sol.

Volví la cabeza hacia el oficial y le miré a los ojos preguntándome hasta cuándo me lograría contener.

lunes, mayo 12, 2008

No más discriminación

El titular sobre un asesino en serie que degollaba caminantes nocturnos con un rústico cuchillo oxidado, me había dejado pensativo. Decía "No + Discriminación", citando el escueto epitafio que el "descorchador" de hombres ofrendaba sobre el cuerpo de sus víctimas. Me imaginé que el asesino era un quijotesco justiciero que resolvía las diferencias entre discriminadores y parias, quitándoles a los primeros tanto su capacidad de exluír hombres de la sociedad como la de contener sangre dentro del propio cuerpo. No sabía que me enteraría de la verdad con la cabeza inmovilizada y el filo de una navaja jugando con mi manzana de adán.

Los llamados "matinales" en la televisión hablaban sobre un cambio en el comportamiento de los santiaguinos. Se hablaba que ya nadie decía chistes sobre gays, travestis ni ninguna minoría frecuentemente ridiculizada. Llamados telefónicos en estos programas confirmaban además que todos los habitantes comenzaban a tratarse bien entre unos y otros. Vendedores, choferes de micro, conserjes, clientes, ricachones y cajeros habían dejado de lado sus habituales groserías, malos humores e impaciencias reemplazándolas con mucha cortesía, amabilidad y paciencia. Los animadores del matinal, por su parte, bendecían este efecto colateral de los asesinatos, argumentando que por fin "la gente" aprendía a ser "buena onda", pero que a pesar de esto, lo que hacía ese señor "donde quiera que estuviese" estaba muy mal.

Mi café siempre se amargaba un poco más cuando lo acompañaba con estas reflexiones matutinas. Por eso aquel día le puse cuatro cucharadas de azúcar. A las 8:15 en punto salí del local y caminé hasta el paradero de las micros. Siempre he desconfiado de la gente que se dice "abierta". Esos que dicen que no les importa que un matrimonio gay adopte, que aceptan el aborto incondicionalmente, que apoyan la legalización de las drogas como un dogma. La gente que lucha por todas estas cosas a la vez es irresponsable del destino de la humanidad y su opinión es dictada por la moda. Conozco muy pocas excepciones. Peor aún es cuando estos tipos se traen causas "verdes" y hacen fiestas a las que asisten ebrios de alcohol producido por industrias neo-Capitalistas. Los extremo-liberales son mucho más peligrosos que los ultraconservadores. No se puede confiar en un extremo-liberal. Se dicen tolerantes, pero vomitan antes de escuchar a un cura o alguien que parezca opinar lo contrario. Lo más peligroso de todo es que según ellos, su forma de pensar se argumenta en la razón, sin embargo no se dan cuenta que la arena en donde pelean sólo hay dogmas y supuestos.

Ese día de trabajo fue absolutamente normal, aunque reconozco andaba un poco depresivo. Era de esos días en que uno encuentra feo al resto de la gente. Te subes a la micro, miras al lado y los encuentras a todos repugnantes y hediondos. Había tenido un rompimiento amoroso reciente y no se esperaba de mí el mejor ánimo del mundo. En el viaje de ida me fui pensando en los odiosos y "abiertos" comentaristas del "matinal", que agradecían que "la gente" (sin incluírse ellos mismos) comenzaban a civilizarse. En la oficina no logré producir mucho. Me demoré 14 minutos más de lo acostumbrado en almorzar, tuve que ir al baño tres veces a causa de un molesto dolor de estómago y cuando me sentaba en el cubículo me costaba mucho esfuerzo concentrarme.

Salí a las 19:16 del umbral del edificio de oficinas. Pasé por una farmacia y compré unas cápsulas para salir de aquel permanente estado de náusea. - Tenga cuidado - me dijo una agradable señorita que atendía - la policía rastreó evidencias del psicópata y averiguaron que antes de todos sus crímenes tomó micro en ese paradero. -No se preocupe, señorita- dije sin evitar mirarle el escote por una décima de segundo - yo soy tremendamente tolerante.

Salí y me dirigí rápidamente al paradero atestado de gente. En la espera, traté mentalmente de apurar el bus para subirme antes de la llovizna, pero evidentemente no lo logré y antes de sentir alguna pequeña gota en mi cara, comenzó a caer un aplastante aguacero. Cuando por fin llegó la micro un punk se me puso delante con alguna violencia - linda carterita- pensé yo mirando su bolso ridículo lleno de cosas brillantes. Por el asunto del asesino serial, no me atreví a decirle nada. Además, la lluvia, la gripe y la decepción amorosa me tenían la mente nublada. Sólo quería entrar a ese bus, llegar a mi casa, cerrar los ojos y no existir más... pero no sabía que el encuentro con aquel punk podía acelerar aquel proceso, saltando algunos pasos...

Una vez arriba, ya no quedaban asientos y el pasillo estaba bastante lleno, abarrotado de monstruos humanos. Los veía a todos exhaustos y deformes. Con narices demasiado grandes que emitían gas y humedad caliente de sus cuerpos. Esa humedad la sentía en la piel, la olía y la veía en las ventanas empañadas. El calor ahí dentro era insoportable y contrastaba enormemente con el frío del exterior. En esa atmósfera caliente y asfixiante respiramos todos los pasajeros casi el trayecto completo a mi casa. Digo casi porque mi viaje se interrumpió cuando vi la mano del punk, enguantada con esos sin-dedos de cuero negro, apretar de lleno la voluptuosa nalga de una supuesta mujer quien, se dió vuelta rápidamente en un acto reflejo y no se molestó en revelarme toda su masculinidad mostrando su curtido rostro pintarrajeado y propinándome un gratuito "soplamocos" que hizo rebotar mi cabeza en una de las barras de apoyo del bus. No pude decir nada, empecé a respirar rápidamente por el susto, atragantándome con la sangre que se diluía en mi catarro. Me acerqué al botón de "parada solicitada", lo presioné y, apenas la micro se detuvo, salté puertas afuera a la lluvia.

Las lágrimas brotaban de mis glándulas excitadas por el golpe y apenas podía ver. Notaba que estaba bastante cerca de mi casa, como para seguir caminando, y noté además que ambos pies se habían empapado hasta las canillas, sumergidos en una posa apenas pisada la "tierra firme". Empecé a avanzar lentamente, mientras intentaba evaluar los daños producidos por el golpe. Aparentemente la nariz no se había roto, pero dolía infernalmente, y con el golpe en la barra se me había hecho un corte en un costado de la cabeza que sangraba animadamente, y chorreaba calor por la oreja, el cuello y el hombro. Sólo noté que alguien se había bajado detrás mío en el bus después de caminar una cuadra y media.

Cuando me detuve a media cuadra para "sonarme" la sangre de la nariz, al detener mi caminata, esqueché pasos detrás mio que solo se detuvieron un segundo después. Me imagino que venía caminando al mismo ritmo mio para que no le escuchara y no preveyó mi brusca parada y dio ese paso en falso que yo no debería haber sentido. Entonces, cuando yo me empezaba a voltear hacia mi seguidor, éste comenzó a correr hacia mi. Traté de escaparme, pero nunca fui bueno para las carreras y el tipo en una fracción de instante me tenía con la cara sujeta por la frente y con un cuchillo al cuello.

En un principio pensé que era el travesti violento, pero luego, por el característico guante sin-dedos me di cuenta que mi agresor era el punk.
- Yo soy el asesino, naricita linda - me dijo susurrando - pero yo soy bueno y te daré, como a todos, una oportunidad de salvarte. Debes responder correctamente lo que te voy a preguntar o te mato
- G-g-gracias -dije yo plenamente conmovido ante mi precaria situación
- Nada se me escapa - dijo apretando el cuchillo en mi garganta - oíste? tienes una sola oportunidad...así que dime naricita, sin equivocarse: ¿por qué razón te voy a matar?

Uno ve o se entera de este tipo de escenas violentas por los libros o las películas y uno está tan acostumbrado que cuando las ve ni se inmuta. Les cuento que estar allí, con un cuchillo al cuello, la nariz sangrando, la cabeza palpitando, los pies mojados y un psicópata que te pregunta algo que no tienes puta idea que responder, la cosa cambia. Eres capaz de mearte en plena calle y llorar descarnadamente. Eres capaz de desmayarte ante el solo impacto de tener la vida pendiendo de un hilo o, como es en el caso, a punto de ser descerrajada por la garganta. Yo no me desmayé, pero si me oriné. Y pensé también en la absurda respuesta que tenía que dar, pues ya que soy muy cuidadoso con mis expresiones en la calle, sabía que era imposible que yo le haya demostrado a aquel punk alguna pizca de discriminación, desprecio o algo así... soy muy cuidadoso en eso...desde siempre. Era verdaderamente infactible que él haya notado alguna impresión mía, al no ser que...

- Me leíste la mente - dije en un raro arrebato mágico-infantil que tuve en ese minuto, que no sé de donde salió, pero la respuesta del punk me contentó bastante y me tiene muy pensativo desde aquel entonces
- Muy bien, naricita, muy bien... ¿te pareció linda mi carterita?... leo la mente naricita, no puedes ocultar nada al asesino omnisciente... mato a los que discriminan con el pensamiento, ¿entiendes? pero aún así te salvaste. Ahora, apenas suelte el cuchillo corre llorando a tu casa. Oíste, Roberto Naricita-Roja? Sé que escuchaste bien... y una última cosa, no me llamo "punk", mi nombre es Luis.

lunes, abril 28, 2008

El robo a Jessica Rabbit. (Parte II)

Asi fue amigo, ella estaba tan loca que lo hicimos encima de mi escritorio, la secretaria no me ha dicho nada hasta el día de hoy, pero seguro que sabe lo que paso. Nadie en toda la calle 32 se salvo de oir sus gemidos.

Claro que para ese entonces yo solo sospechaba que estaba loca, lo verdaderamente espeluznante vino después...

- Te tengo que pagar por tus servicios "de detective" Ernie.
- No me llames Ernie, me recuerda a hernia, y como te dije cuando colgabas de la lampara, el placer es todo mio. - Le dije tirado encima de la alfombra.

De pronto tuve un presentimiento de que algo iba mal, y cuando quise abrir los ojos ya tenía el cañón de una pistola borrosa entre ceja y ceja.

- Lo siento Ernie, pero tengo que revisar tu oficina, no comprendo, ¿como es que tú tenías mis orgasmos? - Me dijo mientras se alejaba un poco la pistola agarrada con ambas manos.
- No creo ni una palabra de todo este cuento. - Dije, pensando que detrás de todo esto tanía que haber algo gordo.

Justo entonces, me dio la espalda para buscar entre mis montañas de papeles. Fue su error, cualquiera sabe que no se le da la espalda a un rehén. De una patada en el posterior de la rodilla logré tumbar a la loca, la pistola calló cerca mio y la recogí antes de que se levantara.
Casi de inmediato Jesica rompió a llorar, con gemidos desamparados.

- Tu no entiendes - Dijo poniéndose de rodillas y llorando.
- Claro que entiendo, tu sabes algo que yo no se, y crees que viniendo aquí y revolcándote con el pelmazo de turno vas a conseguirlo. - Justo entonces un arrebato de locura me invadió. Vi como mi oficina sucia, papeles por todos lados, una mujer de dotes afrodisíacos de rodillas desnuda, y yo con una pistola en la mano llevando solo mis calcetines. Me comenzó a hervir la cabeza.

- Mira putita, si quieres venir a jugar a los detectives has dado con el tipo equivocado.- Le dije mientras agarraba su muñeca y colocaba el revolver en su mano. Ella solo gemía y lloriqueaba en silencio. - ¡Y por última vez te repito, que no me llames Ernie!.-

- Tu tampoco entiendes, desde que perdí las 'O's no puedo disfrutar de la vida, todo es gris. - Dijo en voz baja y apagada. - Pensé que si te hacía un favor podríamos llegar a buscarlos juntos. Pero luego cuando llegué hace un rato y el mundo volvió a tener colores, comprendí que tiene que tener que ver contigo. -

- Mira baby, lo lamento, pero tienes un problema. Eres una ninfo o algo. Y yo no te puedo ayudar.- Admití con un poco de pena.
-Toma son doscientos dolares, todo lo que llevo - me dijo buscando en su bolso. - Con esto reservo una hora de tu tiempo en el futuro ¿no?. - Y me paso el dinero.
- Hey, con esto da para mucho más, hay hasta para pagar una orgía si quieres, ¿de donde saco una ramera como tu tanto dinero?- Dije arrepintiéndome de inmediato, ya que un profesional nunca le mira los dientes a su caballo. Ella no dijo nada.
- Bueno, no importa. Podemos quedar el Lunes, este fin de semana voy a hacer negocios a Los Angeles. - Mentí. Ella asintió y comenzó a ponerse su ropa con prisa.

Pasé el fin de semana de burdel en burdel, y por alguna extraña razón no pude llegar al cenit ni una sola vez, todo se volvía lento, aburrido, pausado. Incluso me daba la impresión de que las diversas rameras de la noche (tenía doscientos pavos que quemar) tampoco se lo pasaban bien, para el Domingo el volumen de mi vida había bajado sus decibles a la mitad, gasté los últimos 25 pavos en una botella de whisky y dos Thailandesas que alguien había dejado en la ciudad al escaparse su circo sin ellas. Pero nada, mi libido estaba seco. Llegaba hasta un cenit, como una especie de coqueteo pero jamás concluía.

La espere todo el día el Lunes, y el Martes. Todavía la espero, la ramera que me pegó esta horrible enfermedad. Y Cuando la encuentre la matare.

viernes, abril 25, 2008

El robo a Jessica Rabbit. (Parte I)


Jesica entro en mi oficina una tarde calurosa de verano, con un escote criminal, se notaba que tenía calor, el sol que se filtraba de color sepia por entre la ventana sucia y las persianas que hace tiempo que no estaban paralelas las unas a las otras. Se quitó el sombrero y pude ver una gota de sudor que recorría su cuello y bajaba por entre el canalillo de sus pechos descomunales. Solo pude pensar en sus pechos durante los próximos segundos, hasta que me interrumpió.
Justo entonces prendí un cigarrillo, y le alcance mi tabaquera por si ella quería también.


- En que puedo servirle señorita...
- Señora, - repuso - Jesica, Jesica Rabbit. Puedes llamarme Jazz. En el club me llaman así.
- Bueno Señorita Rabbit, - dije yo, ignorando a drede lo que acababa de decir - que la trae a Logjammer & Co.? Mi nombre es Ernest Oakshaft, para servirle.

Jazz, saco un pitillo propio de un bolso diminuto y se acomodó en la silla, yo me fije en que jamás en la vida había conocido a una mujer semejante, Con tales atributos casi caricaturescos, de solo pensar en lo que venía, mi 'pedazo' se puso como un obelisco en medio del desierto que palpitaba con una presión digna de un martillo hidráulico.

- Necesito sus 'Servicios' - dijo, hace mas o menos un año que alguien me ha robado mis orgasmos.
- Robado? - Pregunté con una cara que supongo que usted, querido lector, podrá imaginar sin necesidad de que entre en detalles.
- Si, como lo oye, "Robado". - Dijo tajantemente.
- Como y cuando noto su ausencia? - Pregunte yo, sin saber si reírme o llamar a Smokey para que sacara a esta loca de aquí.
- El 14 de Abril de 1929, por la noche, estaba en los camarines del club y entró un hombre a la ducha conmigo.
- A la ducha? Usted le conocía?
- No, - Me interrumpió ella - pero no es raro en mi linea de trabajo, le sueltas 5 pavos al gorila, otros 5 a otra chica y finalmente en mi camarín y le daba un precio por la "función especial". Si aceptan el trato, entonces hago mi trabajo.
- Y usted cree que fue este hombre, quien le robo a usted sus orgasmos. - dije sacando un lápiz mas para convencerla de que me lo estaba tomando enserio mas que para anotar nada.
- Dicen que usted es muy bueno, quizá me podría ayudar a ... encontrar... mis orgasmos otra vez.

En este punto ya estaba apunto de perder los cabales, inconscientemente ya había empezado a dibujarla con las piernas abiertas en mi pequeño block. Como el negocio andaba lento, y en verdad el único caso que me quedaba era encontrar a un marido desaparecido, y luego cobrarle mas dinero para que me callara que se había marchado a Miami con su secretaria.

- Necesito saber los detalles - le dije - Como exactamente se puede "Robar" un orgasmo, o todos juntos?
- Bueno, no me di cuenta en seguida, el tipo había entrado de improvisto en mi camarín y yo me estaba duchando, así que le dije que dejara 25 pavos en el tocador y que lo atendería cuando estuviera limpia. No era un tipo muy paciente, porque sin que me diera cuenta ya se había sacado toda la ropa y estaba apretándome contra el muro de azulejos. Se me erizan los pelos del brazo de solo pensarlo, me agarro de los pelos de la nuca y me penetró de pie. En mi vida había tenido una sensación tan plena. Era como si todo el maldito 4 de julio con todos sus petardos y cohetes estuviera explotando dentro mio. Ni siquiera recuerdo como termino todo, desperté en el sofá, muy acalorada tapada con la toalla. Y el extraño ya no estaba.

Me aclare la garganta, con semejante explicación estaba hirviendo, una diosa en piel de una bailarina cualquiera, como era que no había oído de ella antes? Yo era por esos años muy aficionado a ese tipo de lugares... Esta chica era un misterio, tanto como el misterio mismo que me estaba contando.

- Y desde entonces no importa si me follo al amo y señor de la donga, no siento nada, no siento placer, soy como una piedra... - Y con eso Jesica rompió a llorar, al principio contenida, pero dentro de un minuto ya eran sollozos de angustia.
- No llore señorita Rabbit, así no arregla usted nada - le dije levantandome y rodeando mi escritorio para ir a consolarla.

De lo que no me percaté a tiempo fue de que llevaba un cohete en el pantalón y que hasta una monja se daría cuenta. Un fallo de calculo, de principiante, y con eso me empecé a poner rojo de vergüenza. Ella al verlo se interrumpió en su drama y pareció dudar un instante, si yo quería arreglar esto tenia que actuar rápido, y entonces cometí otra imprudencia que todavía no entiendo de donde demonios salió.

- Yo te puedo ayudar a "encontrar" lo que buscas Jazz, tengo la sensación de que no están tan lejos como piensas.

Jesica me miro sin levantarse y me sonrió levemente, luego agarró mi garrote con su mano izquierda y me apretó...

Continuará...