domingo, diciembre 09, 2007

Weird Tales: El desvan bajo la almohada

Las velas aromaticas se han apagado. La quietud y el silencio se apoderan de la habitacion. Las ropas tan rapidamente desprendidas parecen monumentos de piedra, eternamente esculpidos sobre la alfombra, la silla, el sofa, recuerdos de tiempos remotos cuando el tiempo fluia y la vida germinaba. No hay ecos, ni murmullos, ni suspiros. La ciudad, haya afuera, parece dormida o muerta.

Mi respiracion parece el rugido de una gigantesca bestia. Casi parece que las paredes vibraran con mis exalaciones...


Estiro mi mano y encuentro solo el agonizante calor de su ausencia, los restos de su silueta escurridiza entre las sabanas. Abro mis ojos y, efectivamente, no esta.

Se ha ido y me duele. Tal vez porque suelo ser yo quien se escurre primero, tal vez porque no esperaba que asi fuera despues de sus besos hondos y embriagadores, y su entrega plena. Tal vez porque me estoy volviendo viejo y quiero compañia. Tal vez porque en cuanto la vi bailando con ese zoquete supe que seria mia y la desee con fuerza, porque no pude soportar la idea de ver su elegante forma animal moverse sobre otro, esos ojos hambrientos y claros ofreciendose desnudos para otro observador. La penumbra y el silencio lamen los restos de su olor de mi piel, raspan la carne y los huesos, dejandome solo el dolor que hace el vacio con sus ecos en los muros de mi interior. En la aplastante quietud no tengo mas que quedarme alli y soportarlo. Es mi cama, no hay a donde huir, como hui tantas veces cuando era cama ajena y senti una cadena en mi cuello cuando ella, alguna de ellas, una de las tantas sin rostro ni nombre, en sueños paso su brazo sobre mi pecho para acurrucarse. ¿A donde podria ir? La deje entrar a mi cama, cosa que nunca hago, y ahora entiendo por que. Porque no solo la deje entrar a mi cama, sino mucho mas profundo, mucho mas hondo, alli donde el discurso que me tengo por las mañanas, cuando me miro al espejo y me preparo para salir a mesclarme con todo el resto de los habitantes de este mundo, se disuelve por completo, se deshace de sus mascaras y se revela como una simple mentira , infantil y egolatra.


La quietud y el silencio, la penumbra y su ausencia aplastan mi pecho, mientras mi mente viaja a todas aquellas veces en las que fui yo el invitado al lecho que era mucho mas que un lecho, y que atizbe miedo antes de la entrega, por un segundo, bajo la mascara de la seduccion. Pienso en todas ellas, en sus ojos que trataban de ocultar ese miedo que sortee con mentiras para morderlas alli donde les gusta cuando es sincero, lo que nunca a sido en mi caso, y me siento un bastardo mal parido. Supongo que tarde o temprano, todo tendria que devolverse...



...Que estupidos somos, los seres humanos. Llenamos los silencios del otro con nuestras ilusiones, condenandonos a la decepcion...



Sobre la quietud y el silencio, sobre mi respiracion y la reverberacion de los muros, sobre la penumbra y los ecos dolorosos del vacio, escucho un ruido. Viene del baño, como si alguien diera el agua...

Mas rapido que el pensamiento estoy de pie, asomado por la puerta de la habitacion. Las sombras rozan mi desnudes, y con ojos felinos veo que su ropa aun esta aqui. Desde lo mas profundo hasta la punta de mi nariz, me recorre un escalofrio que me sacude como un terremoto o una explocion volcanica.

Me agazapo, olfateo el aire, y le lanzo escalera abajo, las pupilas absolutamente dilatadas, sintiendome como un cazador, o tal vez como un niño en noche buena....



Me detendo a mitad de carrera, como clavado al piso, la respiracion se me queda unos escalones arriba. Las garras frias del miedo se apoderan de mi, de adentro hacia afuera, sacudiendome despacito, pero con violencia, haciendome perder el equilibrio. Mis miembros frios y tiesos evitan que caiga escalera abajo, a los pies del enmascarado que me mira sonriente desde el primer piso, enfundado en sombras. Su sonrisa es una mascara, su mirada es una mascara, su mueca macabra es una mascara, enmarcada por la negrura de sus vestimentas que se mesclan con la noche y la penumbra. Su mascara es una mascara en medio de las sombras, un punto blanco en la negrura y el silencio, al final de mi escalera, dentro de mi casa.
Me siento violado por su presencia, temo por ella. La imagino en sus manos, temblando desvalida, como hoja seca en otoño, desnuda y vulnerable, y algo dentro mio se revuelve. Mi terror se transforma en furia roja, la mas pura y limpia de las violencias, y con la fuerza del poseido, me abalanzo sobre el rugiendo.

- QUE LE HAS HECHO!!!

Lanzo zarpasos como bestia acorralada, buscando hambriento su sangre, pero es tan rapido como las sombras en la noche, tan ligero de pies que parece carecer de ellos. Es como si conociera mis movimientos de antemano. Sin gastar un jadeo, sin flaquear, sin duda en sus graciles gestos, se mantiene fuera de mi alcanze con elegancia felina, mientras murmulla con voz ronca bajo la mascara.
- Esperar que me reconocieras era esperar demasiado, mas aun asi tuve esperanzas- me clava esos ojos vacios y parece que la mueca macabra en su mascara se asentuara.
- Pero lo importante es que estas aqui, y ya no hay vuelta atras.

-DONDE ESTA, QUE LE HAS ECHO!!!
Salto y lo persigo, jurando que si lo atrapo lo hare pedazos, menos que pedazos. Pero juro en vano. Una y otra vez me elude, mientras me mira sonriente desde la blancura de su mascara. Sobre la mesa, tras el sofa, en el pasillo, siempre es un paso mas veloz, un musculo mas agil. Cojo un macetero y se lo aviento con furia.
Rie de manera macabra, con arrogancia y desden, mientras el macetero pasa atraves de el y se revienta contra el muro. Se me hiela la sangre, se me detiene el corazon, mientras lo pedazos del macetero rebotan contra el suelo, como en camara lenta, chirreando y desintegrandose con ecos frios.
- ¿Satisafecho?- Me observa erguido, mientras me desvanesco contra el muro, derritiendome de miedo. Es una sombra enmascarada, una pesadilla, un mal sueño, un fantasma. Parece una silueta, un humo, un monton de cosas extrañas y singularmente familiares. Su voz, su estampa, sus movimientos, me causan escalofrios, pues los he visto antes. A sabienda de mis dudas, se acerca a mi, mi aliento empaña su mascara sonriente. Puedo ver vagamente atraves de el y, sin embargo, parece tan real...
-No te preocupes por mi, pronto entenderas quien soy. Por ahora preocupate de donde estas, si es que "donde" puede ser la palabra adecuada...

Su voz ronca retumba dentro de mi cabeza. Le escucho a pesar del corazon latiendo fuerte en mis oidos. Todo el cuerpo me palpita, y de pronto me doy cuenta que tengo que respirar.
Se aleja de mi con gesto elegante, soberbio, siempre sonriendo en su inmaculado rostro blanco. En el inmenso silencio que amenasa con borrarme por completo, me apunta con un gesto hacia lo que aun me parece la puerta de mi baño. Observo lentamente, desesperadamente conciente de que estoy muy lejos de ver lo que me gustaria...

El agua se escapa por debajo de la puerta, con brillos fugacez cabalgando el liquido. Esta teñido de rojo, de un rojo carmesi porfundo, casi negro. Como humo nebuloso, danza dentro del agua cristalina. Desde el interior, un quejido lastimero que me aprieta el pecho. Me levanto instintivamente y me poso junto a la puerta. No quiero abrir, pero el enmascarado me insta a escuchar, pegando su oido a la puerta. El agua murmura malos augurios...

Sobre el agua roja, atraves de la puerta, el quejido se repite y se cuela en mi alma.

No es un animal herido...

..es una mujer sufriendo...

Temo lo peor al ver el rojo del agua mojar mis pies descalzos, la nuca herizada y la garganta echa un nudo. Siento un tiron en el estomago y abro la puerta, los ojos dolorosamente abiertos.

En la tina, bañada en su propia sangre, yace una mujer. El agua se rebalza llenando el piso del baño, tiñendo aqui y alla de esporadicas manchas rojas el blanco inmaculado de las baldosas. Ella me observa, los ojos girando enloquecidos en las orbitas, la piel desprendiendose en cascadas sanguinolientas sin fin. Al verme se queja lastimeramente, estira esperanzada una mano huesuda y retorcida hacia mi, envejecida por el agua, llena de apendices que no deberian estar alli.
Es como si su cuerpo se revolviera sobre si mismo, las articulaciones y los huesos bailando macabramente de un sitio a otro, haciendola mutar en imposibles formas de horrendo aspecto que tiñen su rostro de dolor. Sus pechos borbotean como si la piel le hirviera, cambiando de tamaño y reventando, para luego volver a hincharse y explotar. Tiene un brutal tajo en la boca del estomago, que se pierde bajo el agua y deja al descubierto sus interiores como animal de matadero. Sus piernas ( o lo que parecen sus piernas, pues a ratos son mas bien tentaculos o apendices) cuelgan fuera de la tina, como raices de un arbol heretico y hambriento.
Mis ojos se fijan en el cordon que nace del epicentro mismo de la sangre, su entrepierna sumergida por el agua, y que recorre todo el piso del baño como una serpiente, hacia mis pies, escalando hacia arriba, para terminar donde alguna vez estuvo mi ombligo. Con rostro retorcido me observa, mientras sujeta con ambas manos el cordon y comiensa a tirar lentamente de el, murmurando gorgeos obcenos.

- Por que me has abandonado. Me haces tanta falta mi amor. Vuelve a mi...
El cordon se tensa con un tiron descomunal. Trato de resisitir, pero resbalo sobre el agua rojisa. Empieza a arrastrarme hacia ella.

- Me siento tan vacia sin ti, vivo en una constante agonia. Vuelve a mi, seamos uno para siempre.
Trato de luchar, de aferrarme a algo, pero el volumen del agua a aumentado, inundando la habitacion, ahogandome. Manoteo deseperado, mientras el liquido, espeso y misteriosamente familiar, me envuelve, bañandome en su sangre. Puedo sentir en mi estomago como ella me llama, como me arrastra de vuelta a su nucleo, y aterrado compruebo que una parte de mi solo desea volver a ella para calmar su dolor, que es tambien el mio.

- Mientras sigas unido a ella, compartiras su dolor.
El enmascarado esta junto a mi, sonriendo pulcramente. Cerca, pero de alguna manera lejos de todos los sucesos. Se acerca aun mas y susurra a mi oido.
- Es un delicioso detalle que la tina no tenga cañerias, ¿no te parece? ¿Sabes que liquido es este?

Rie mientras trato de mantener mi cabeza en la superficie, pero me jala cada vez con mas fuerzas desde el estomago. Inspiro con deseperacion, no lo suficiente, temiendo que se la ultima vez, y me hundo irremediablemente. Bajo la superficcie puedo verlo, difuso, enmascarado y sonriente, como si supiera que el sabor del liquido me trae recuerdos prenatales.
Siento mi pie tocar el vientre de la mujer, su carne abierta es viscoza y tibia al tacto. Ahogandome bajo el liquido y la sangre, alcanzo a ver una membrana que sale de ella y comenza a envolverme despacido, mientras siento por dentro que me voy durmiendo, poco a poco entragandome a ella. Pronto mis dos pies estan dentro de ella, envueltos por la membrana, y a traves del ombligo puedo sentir su cuerpo convulsionarse como si fuera el mio, sus pechos hervir, su dolor profundo, esa hambre que la obliga a llamarme de vuelta, a empujarme hacia ella para calmar su dolor sin medir las consecuencias. Fundido con su profundidad puedo verla estirando su mano al cielo, clamando por la ayuda agena de un dios-padre ausente, de una diosa-madre seca y dura, de una divinidad creada de la esperanza y la ilusion, del auto engaño y de la mala educacion, distante e inexistente. Puedo verla como una niña desolada aferrada a un osito de felpa, en una habitacion triste, fria y silenciosa, arrasada por lagrimas de ausencias y engaños, quebrada por la una verdad macabra y venenosa de soledad y desarraigo, de silencio y muerte prematura. De miedo, de constante e implacable miedo.

Son dolores que comprendo profundamente, que he sentido mios toda la vida...

Mesclados en carne y sangre, en inspiraciones y suspiros, en danzas y silencios, tan cerca como se puede estar del otro sin volverse uno y lo mismo, puedo verla como la fuente de un dolor palpitante que llega a mi a traves del vinculo, el cual se extiende mas alla de ella, hacia las otras, anteriores e infinitas, que habitan en la memoria genetica y se pierden en la oscuridad de nuestros recuerdos misticos, que nos atan como humanidad a una sola raiz genealogica, una semilla sembrada en la oscuridad del abismo primigenio, anterior al tiempo y el espacio conocidos.
Tal vez ese sea el pecado original...

...En nuestra mutua debilidad, nos aferramos al vinculo, al unico vinculo...

Bajo las turbulencias viscozas, sanguinolientas y oscuras, algo despierta en mi. Algo limpio y puro, un deseo intenso, honesto y simple, como el deseo de respirar cuando estas bajo el agua. Mis rodillas estan atrapadas por su carne y aunque siento en mi piel el dolor que le causo, lucho por soltarme. Sobre la superficie, el enmascarado me tiende algo que no alcanzo a dicernir. Estiro mi mano que apenas sale a la superficie, y cojo una hoja acerada, fria y cortante. Me hiere la piel, pero aferro la redondeada y tibia empuñadura con toda mi fuerza, como si la vida se me fuera en ello. Mientras esgrimo el cuchillo en camara lenta, sumergido en el liquido amniotico y la sangre, viene a mi los recuerdos. Es una navaja de caza, que me obsequiaron unos vecinos en la playa, cuando era niño. Eran mucho mayores que yo, y me exigieron lo que para mi , en ese entonces, fueron grandes esfuerzos a cambio de ella. Al ver el regalo, mi madre se alarmo de sobremanera, intuyendo el peligro. Lo escondio por varios años y la odie por eso, dejando que juntara oxido en la hoja, haciendome creer que habia sido todo un sueño, y que yo no tenia el cuchillo que tanto me habia esforzado por merecer. Hasta el dia que lo encontre por casualidad, guardado entre sus cajones, varios años mas tarde, suficientemente maduro como para reclamar mi derecho sobre el arma sin poner en peligro nadie.

Es una estocada limpia y certera. Eficas, como un sicarios sin remordimentos. Como si le arrancaran el tapon, la habitacion comienza a vaciarse. Me entrego al remolino con los brazos abiertos, abrazando el vertigo que da la vida, agotado por el esfuerzo. Despues de unos cuantos giros, estoy en la tina, observando como los restos de ella se escapan por el caño. Un gemido agonico acompaña al ultimo de sus dedos crispados mientras desaparece tragado por la oscuridad. Del resto de cordon que aun cuelga de mi ombligo, sale un liquido viscozo y negro, que se demora un segundo, como aferrandose desperado, pero es rapidamente devorado por el caño, junto con ese dolor que siempre crei tan viceral e indisolublemente mio. Luego el cordon se seca, se desprende, y como una culebra herida, se arrastra por el caño, hacia la oscuridad.
Me siento apaleado, agotado, pero soprendentemente satisfecho. Salgo del baño esgrimiendo mi desnudez, internamente renovado, hacia un lugar que de seguro que no es mi casa.

- Lo han llamado de muchas formas, y se han llenado la boca hablando de el muchas veces - dice el enmascarado que me mira sonriente y enigmatico, mientras con un gesto me muestra un laberinto de pasillos y recovecos oscuros. -Pero pocos son lo que en verdad lo han visitado. La mayoria solo lo a visto con el rabillo de un ojo, y llenos de temor han mirado hacia otro lado. Prefieren los Salones del Recuerdo o los Jardines de los Deseos, lugares por lo demas, mucho mas acogedores, pero no menos peligrosos... Yo lo llamo el Desvan bajo la almohada, porque soñando es la forma mas efectiva de llegar aqui. Tambien se lo conoce como la Alcantarilla, porque aqui llegan todas esas cosas que prefeririamos desechar, pero de las cuales nunca nos podemos realmente deshacer. Pero los nombres no importan, son solo poeticas alegorias de algo que es mejor vivir en carne propia...

Da media vuelta y corriendo una gran telaraña, se adentra por un pasillo lugubre y oscuro, del que se escapan sombras amenasadoras danzando con alimañan innombrables. Miro sobre mi hombro, y noto que donde debia estar la escalera, solo hay un pasillo angosto y un muro liso, con una ventana en lo alto, muy alto, fuera de mi alcance. Por la ventana puedo ver lo que parecen ser las sabanas de mi cama, la almohada y algo como una cabeza inmovil y chascona, todo enmarcado por la luz de la luna llena que se cuela por entre las cortinas invisibles.

- ¿Estoy soñando?- pregunto, enmascarando mi perplejidad en vano.

- Algo asi- responde el enmascarado, sin mirar atras o alterar su paso -Pero tampoco es importante. Lo unico que importa es que estas aqui, no hay vuelta atras, y que lo quieras o no, yo sere tu guia...

Se voltea un momento observandome fugazmente por sobre su hombro izquierdo. En la oscuridad circundante solo puedo ver la mascara sonriendo felinamente un instante, antes de fundirse con la penumbra. Rodeado de silencio, lo sigo, sumergiendome en la oscuridad, el vientre lleno de miedo.

-No te preocupes por el miedo-me dice, invisible- te mantendra alerta...


Cruzo el umbral negro y me encuentro de pronto en mi habitacion, de pie junto a la puerta. Sobre mi cama me veo dormir inquieto. La luna llena se cuela coqueta por entre las cortinas, la ciudad comienza a balbucear a lo lejos, despertando. El viento tibio de las noches de principios de verano recorre la habitacion, colandose en los recovecos, bajo el desorden, en los rincones y las esquinas. No hay ropa femenina por ningun lado.
Sobre la cama me remuevo y de pronto, levantando la vista, desde la cama, me miro hacia la puerta, directamente a los ojos...

...La realidad parece tensarse mientras me observo desde dos puntos de vista al mismo tiempo...

Chascon, somnoliento, incauto y soprendido, puedo ver desde la cama a un enmascarado vestido de negro, que me sonrie, con su inmaculado rostro blanco, de pie, en la puerta de mi habitacion. Escucho una voz, ronca y profunda que dice:
-Buenas noches, dulces sueños...

No se con certeza quien se lo dice a quien.


De un suspiro abro los ojos. Me quedo absolutamente quieto por un instante. Tengo escalofrios por todo el cuerpo, a pesar del viento tibio de las noches de verano, que se cuela y explora toda mi habitacion. La luna llena me observa fijamente desde la ventana, escondiendose coquetamente de ves en cuando tras mis cortinas. Nisiquera el comprobar que en la puerta de mi habitacion no hay nadie me quita el vertigo. Sentado en la cama, abrazo mis rodillas, mientras escucho a la ciudad balbuceante atentamente, esperando encontrar, tal vez, una respuesta.
Temo saber quien es el que nos ve y rie, cuando nadie nos mira...

- Mierdamierdamierda, necesito echarme un polvo...