viernes, julio 04, 2008

Luz roja. Misterios del Madrid Erótico.

"Soy escritor. No he escrito un libro todavía, y no he publicado nada en ninguna revista, pero como lo que mas hago es escribir, me puedo definir. Ventaja que pocos tienen. Esa, la capacidad de definirse."


Vivo en el último piso de un edificio con un patio interior, con una única ventana que da a las de enfrente y muros pintados de gris. Paso mucho tiempo mirando por esa ventana, a pesar de que aparte del cielo y los muros grises no hay mucho más que ver. Bueno, hay algo que ver, una ventana que sale como una A mayúscula desde el tejado de tejas rojas.

Una noche de verano, no podía dormir por el calor, y vi la luz de un cigarrillo bailar en una danza predecible desde el marco de la ventana a un punto donde asumo había una boca. Luego el humo subía y se perdía. Esta escena simple se repitió otras veces, y con cada encuentro mudo, de ventana a ventana crecían mis fantasías...

... Con las lunas amplias de Madrid a veces podía ver algo de mi personaje, al parecer una chica joven, desnuda, indiferente y un punto rojo en el cercano infinito inalcanzable.


Una noche en que volvía mas temprano que tarde y la noche estaba en recesión, la vi de cerca, estaba subiendo la escalera que llegaba al ático, los pisos que les dan a estudiantes empobrecidos, o jóvenes bohemios.



No vi su cara, solo su culo perfecto subiendo por la escalera. Le dije "Ey..." mudo por las palabras y por la vergüenza no pude hacer mas que mirar el sutil bulto entre sus piernas balancearse mientras escalaba. Tragando saliva entré a mi casa y abrí la ventana al calor nocturno. La ciudad nocturna esta hirviendo con calma, como una bomba de tiempo.

Me quite la ropa y tomé mi posición habitual en la ventana. Ahí estaba ella, muda y mortal, pensando en su diminuta ropa interior se me puso como una barra de acero, una erección casi dolorosa por la presión ejercida en mi miembro. Sin tardar comencé a remediar la situación con los ojos muy abiertos mirando la ventana abierta, el punto de luz roja, y la silueta de sus dibujadas por la luna.

Al cabo de tres minutos, el punto pareció detener su lenta oscilación. Se comenzó a mover fuera de la ventana, donde la luna dibujaba un brazo pálido y una mano de dedos finos que llevaban un cigarrillo con gracia, creo que fue entonces que con la boca abierta por el placer llegue a un orgasmo tan arrasador que sentí los vellos de mi nuca erizándose, seguido de varios jadeos y escalofríos.

Ahí no termina la historia (muchas de mis relaciones suelen terminar justo después del último orgasmo), el brazo comenzó a hacer un gesto de invitación.

No puedo decir que en circunstancias normales hubiera aceptado la invitación pero la falta de palabras que sentía me excitaba, la pureza de mi deseo hacia ella, y su gesto evidente de anelo carnal.

Salí sin vestirme de casa y dejé las llaves colgadas de la cerradura, subí la escalera de metal y mas de una vez mi sexo golpeo los escalones mientras subía recordándome de que su mente propia estaba lista para viajes a las profundidades que ni Julio Verne hubiera imaginado.

Llegue a un rellano pequeño de suelo de madera con macetas de plantas fenecidas adornando una puerta pequeña abierta de par en par. Entré sin decir palabra y adivine hacia donde estaba la ventana por la luz de la luna, ella me esperaba de perfil apuntándome con uno de sus pezones erectos y con unos vaqueros a medio desabrochar, en silencio le bese el cuello y cuando bajó la guardia le bajé el pantalón que quedo a la altura de sus rodillas, le di vuelta y usando el marco de la ventana para doblarla en noventa grados y con impaciencia metí mi miembro palpitante hasta lo mas profundo esperando saciar mi sed.

Sus gemidos eran tímidos, y agitados, como si quisiera contenerlos al silencio que reinaba en la ciudad ardiente y dormida. Pero pronto le fue imposible y con embestidas brutales (a pesar de que nunca he sido una persona violenta) se liberó de los gemidos apagados, dando gritos espontáneos que resonaban por el tejado. Pronto un eco de sus jadeos y forcejos por soltar sus muñecas, fue encontrado por otro orgasmo por mi parte, que dreno el aire de mis pulmones como en un bostezo incontrolable de placer punzante.

Estuvimos todavía un par de minutos mas en esa posición, yo mordisqueándole la nuca y ella rezongando con los ecos de sus gemidos anteriores. Hasta que pude mirar a mi alrededor en la obscuridad, el cigarro se apagaba en el suelo.
He durado dentro de su cuerpo lo que dura un cigarrillo en consumirse, pensé.

Sin pensarlo demasiado y completamente por accidente puse la espalda contra una pared, y mi mano izquierda dio con el interruptor de la luz. Vi a la dueña de mis deseos desparramada en un sillón, luego lentamente se incorporaba mientras la miraba. Entonces vi su cara. Tenia una cara blanca muy hermosa y fina, pero sus ojos eran de un blanco lácteo que me denotó el secreto y a la vez el misterio que acompaña cada secreto.

miércoles, julio 02, 2008

La guinda de la torta

Una expresión simple con un sentido claro, a pesar de que a casi nadie le gustan los marrazquinos. Pero ¿cuál era la guinda de la torta? ¿un accidente mayor? ¿un asesinato? ¿un secreto de familia expuesto a la violación pública? En ese momento creí que nunca llegaría a saberlo. El misterio se extendía como un silencio. Todos, incluyéndome, como estatuas esperando el mensaje: una diminuta trama de sonidos que acarrean como en un tren una roja redondez plástica con sabor a invento. Todos esperando que esa efera irrumpa intempestivamente en la suave crema de las costumbres y los ritos sociales, mostrando desvergonzadamente la vulnerabilidad de los esquemas, la frágil cotidianidad invadida por un sabor extraño. Morbo. Sangre en la carretera. Cabezas desformes. El peor de los acontecimientos podía volverse de pronto el centro de la historia, un gancho narrativo, una poco sutil herramienta de oratoria.

- Va a ser papá - nos dijo por fin a sus amigos oyentes

Algunos exclamaron genuinamente impresionados, otros en cambio cortesmente fingimos moderada sorpresa y muy internamente nos desilusionamos por lo predecible de la historia.

pd: Aprovecho de dar la bienvenida a nuestro nuevo prosti!

domingo, junio 08, 2008

Amor en espacio chico

Un jueves, la llamada de Humberto me despertó más temprano que de costumbre:
- Huevón, no puedo salir de la cama... - dijo
- A todos nos pasa - respondí con la imperceptible rabia de haber sido despertado, según creía, por una estupidez
- No, huon, mi espalda me duele más que la mierda, no me puedo mover, necesito un doctor... me podís llevar?

Ducha rápida, salida al frío, tomar la micro, taco infernal, departamento de Humberto:

- Pásate por la ventana...no te puedo abrir!!! - gritó el amigazo desde su lecho.

Entré a su casa por la ventana (no sin correr riesgo de muerte) y llegué a su habitación. Al abrir la puerta lo encontré en la cama, tieso, mirándome -¿qué te pasa? -interrogué
- Mi espalda cagó....una noche muy fogosa en un espacio chico -dijo
- En tu auto? -pregunté
- Ahí te cuento...llévame al hospital hueon... ya llamé y me están esperando
- ¿Pero con quién?¿con quien andabai anoche? - pregunté mientras lo ayudaba a pararse

*

Nos subimos al auto de Humberto y mientras yo manejaba contó algo más de su historia: - Nos metimos a un "Drive In" -dijo- Nos pasaron una chela de litro y la portera nos apuntó a una caja, una especie de container, donde uno se mete con auto y todo y quedai en la privacidad máxima. Ahí con la minita nos dimos duro...
- Y ella, ¿quién era? - pregunté
- Tu polola, huevón - me dijo para después cagarse de la risa - ¿por qué preguntai tanto?, es....es una mina que no cachai.... la conocí en la disco de la playa pos....¡¡¡unas tetas!!!

*

En el auto, a dos cuadras del hospital suena mi celular. Me fijo que no haya pacos en los alrededores y contesto mientras me cambio de pista...
- Hola mi amor - Era Javiera, mi polola, comenzó a hablar rápidamente - me siento un poco mal - dijo - tengo la espalda hecha bolsa.... no sé por qué...

*

Luz roja en el semáforo. Detengo el auto. Un limpia vidrios se pone a tirar agua en el parabrisas a pesar de mi insistente negativa. Humberto se queja de su espalda. No hay monedas para pagarle al tipo por ningún lado.

- ¿Qué hiciste ayer? ¿saliste? - interrogué a mi novia
- No, osea, salí con la Pancha, arrendamos una película...vimos "crash" - respondió titubeando
- ¿"Crash"? ¿cuál? ¿la de los racistas o esa eroticona...."extraños placeres"?
- ay, no sé -dudó-...actúa este famoso...el que me gusta mí... el...

Luz verde. Comenzamos a avanzar. El sujeto que limpiaba los vidrios me hecha un garabato por no pagarle.
- ¿Por qué no doblaste huón? debiste doblar ahí a la izquierda... te estaba diciendo... - acota Humberto
- Pero te estabai quejando - recrimino.
Aún quedaba jabón en el parabrisas.

- ¿Que me estoy quejando? pero si me duele la espalda - dijo mi novia desde el teléfono
- No te dije a ti, Javi
- ¿Con quién estai? ¿Estai con Humberto? -preguntó ella con un tono algo irritante

-¿Cuando vai a doblar? - se quejó Humberto - Si seguimos así llegaremos a la playa
- Doblaré en Gral Mena -contesté
- Pero huevón ¡en Gral Mena no se puede doblar! ¡y deja de hablar por teléfono que te van a sacar un parte!

- Sí, estoy con Humberto...- le respondí irritado a mi novia mientras no encontraba ninguna calle para doblar...
- ¿Por qué me hablas así? -se quejó Javiera- No tengo la culpa que te hayas equivocado de calle... mándale cariños a Humberto...

- ¡¡Huevón!! ¡¡hay un policía adelante, corta el teléfono!! -vociferó Humberto- ...y dale mis saludos a la Javita-

- ¿Javita? ¿desde cuando le dices "Javita"? - pregunté reflejamente

Ambos dieron su respuesta al mismo tiempo :
- Ay, no seas tontito... ¿de qué han estado hablando? - dijo ella
- Siempre le he dicho Javita... acuérdate que la conozco mucho tiempo antes que tú - dijo él.

En eso me di cuenta que estaba a punto de chocar al auto de adelante y frené de golpe. El ruido del frenazo llamó la atención del policía, que me vio con el teléfono en la mano y corriendo se puso delante del auto para que no avanzara.

- ¿Qué te dije, huevón? Te van a sacar un parte - presagió acertadamente Humberto
- ¿qué pasó, que pasó? - preguntaba Javi desesperada.

Fue entonces que me bajé, le pasé el teléfono a Humberto que se puso a hablar animadamente con Javiera, y me puse a escuchar al policía, que me hablaba sin parar de mi espantosa imprudencia. Casi sin oírle, no sé por qué miré al auto y, mientras el policía me hablaba y Humberto se reía con mi novia al teléfono, vi un brillante aro que yo le había regalado a ella en algún aniversario, impúdicamente visible en el asiento de atrás de Humberto, reflejándome toda la luz del sol.

Volví la cabeza hacia el oficial y le miré a los ojos preguntándome hasta cuándo me lograría contener.

lunes, mayo 12, 2008

No más discriminación

El titular sobre un asesino en serie que degollaba caminantes nocturnos con un rústico cuchillo oxidado, me había dejado pensativo. Decía "No + Discriminación", citando el escueto epitafio que el "descorchador" de hombres ofrendaba sobre el cuerpo de sus víctimas. Me imaginé que el asesino era un quijotesco justiciero que resolvía las diferencias entre discriminadores y parias, quitándoles a los primeros tanto su capacidad de exluír hombres de la sociedad como la de contener sangre dentro del propio cuerpo. No sabía que me enteraría de la verdad con la cabeza inmovilizada y el filo de una navaja jugando con mi manzana de adán.

Los llamados "matinales" en la televisión hablaban sobre un cambio en el comportamiento de los santiaguinos. Se hablaba que ya nadie decía chistes sobre gays, travestis ni ninguna minoría frecuentemente ridiculizada. Llamados telefónicos en estos programas confirmaban además que todos los habitantes comenzaban a tratarse bien entre unos y otros. Vendedores, choferes de micro, conserjes, clientes, ricachones y cajeros habían dejado de lado sus habituales groserías, malos humores e impaciencias reemplazándolas con mucha cortesía, amabilidad y paciencia. Los animadores del matinal, por su parte, bendecían este efecto colateral de los asesinatos, argumentando que por fin "la gente" aprendía a ser "buena onda", pero que a pesar de esto, lo que hacía ese señor "donde quiera que estuviese" estaba muy mal.

Mi café siempre se amargaba un poco más cuando lo acompañaba con estas reflexiones matutinas. Por eso aquel día le puse cuatro cucharadas de azúcar. A las 8:15 en punto salí del local y caminé hasta el paradero de las micros. Siempre he desconfiado de la gente que se dice "abierta". Esos que dicen que no les importa que un matrimonio gay adopte, que aceptan el aborto incondicionalmente, que apoyan la legalización de las drogas como un dogma. La gente que lucha por todas estas cosas a la vez es irresponsable del destino de la humanidad y su opinión es dictada por la moda. Conozco muy pocas excepciones. Peor aún es cuando estos tipos se traen causas "verdes" y hacen fiestas a las que asisten ebrios de alcohol producido por industrias neo-Capitalistas. Los extremo-liberales son mucho más peligrosos que los ultraconservadores. No se puede confiar en un extremo-liberal. Se dicen tolerantes, pero vomitan antes de escuchar a un cura o alguien que parezca opinar lo contrario. Lo más peligroso de todo es que según ellos, su forma de pensar se argumenta en la razón, sin embargo no se dan cuenta que la arena en donde pelean sólo hay dogmas y supuestos.

Ese día de trabajo fue absolutamente normal, aunque reconozco andaba un poco depresivo. Era de esos días en que uno encuentra feo al resto de la gente. Te subes a la micro, miras al lado y los encuentras a todos repugnantes y hediondos. Había tenido un rompimiento amoroso reciente y no se esperaba de mí el mejor ánimo del mundo. En el viaje de ida me fui pensando en los odiosos y "abiertos" comentaristas del "matinal", que agradecían que "la gente" (sin incluírse ellos mismos) comenzaban a civilizarse. En la oficina no logré producir mucho. Me demoré 14 minutos más de lo acostumbrado en almorzar, tuve que ir al baño tres veces a causa de un molesto dolor de estómago y cuando me sentaba en el cubículo me costaba mucho esfuerzo concentrarme.

Salí a las 19:16 del umbral del edificio de oficinas. Pasé por una farmacia y compré unas cápsulas para salir de aquel permanente estado de náusea. - Tenga cuidado - me dijo una agradable señorita que atendía - la policía rastreó evidencias del psicópata y averiguaron que antes de todos sus crímenes tomó micro en ese paradero. -No se preocupe, señorita- dije sin evitar mirarle el escote por una décima de segundo - yo soy tremendamente tolerante.

Salí y me dirigí rápidamente al paradero atestado de gente. En la espera, traté mentalmente de apurar el bus para subirme antes de la llovizna, pero evidentemente no lo logré y antes de sentir alguna pequeña gota en mi cara, comenzó a caer un aplastante aguacero. Cuando por fin llegó la micro un punk se me puso delante con alguna violencia - linda carterita- pensé yo mirando su bolso ridículo lleno de cosas brillantes. Por el asunto del asesino serial, no me atreví a decirle nada. Además, la lluvia, la gripe y la decepción amorosa me tenían la mente nublada. Sólo quería entrar a ese bus, llegar a mi casa, cerrar los ojos y no existir más... pero no sabía que el encuentro con aquel punk podía acelerar aquel proceso, saltando algunos pasos...

Una vez arriba, ya no quedaban asientos y el pasillo estaba bastante lleno, abarrotado de monstruos humanos. Los veía a todos exhaustos y deformes. Con narices demasiado grandes que emitían gas y humedad caliente de sus cuerpos. Esa humedad la sentía en la piel, la olía y la veía en las ventanas empañadas. El calor ahí dentro era insoportable y contrastaba enormemente con el frío del exterior. En esa atmósfera caliente y asfixiante respiramos todos los pasajeros casi el trayecto completo a mi casa. Digo casi porque mi viaje se interrumpió cuando vi la mano del punk, enguantada con esos sin-dedos de cuero negro, apretar de lleno la voluptuosa nalga de una supuesta mujer quien, se dió vuelta rápidamente en un acto reflejo y no se molestó en revelarme toda su masculinidad mostrando su curtido rostro pintarrajeado y propinándome un gratuito "soplamocos" que hizo rebotar mi cabeza en una de las barras de apoyo del bus. No pude decir nada, empecé a respirar rápidamente por el susto, atragantándome con la sangre que se diluía en mi catarro. Me acerqué al botón de "parada solicitada", lo presioné y, apenas la micro se detuvo, salté puertas afuera a la lluvia.

Las lágrimas brotaban de mis glándulas excitadas por el golpe y apenas podía ver. Notaba que estaba bastante cerca de mi casa, como para seguir caminando, y noté además que ambos pies se habían empapado hasta las canillas, sumergidos en una posa apenas pisada la "tierra firme". Empecé a avanzar lentamente, mientras intentaba evaluar los daños producidos por el golpe. Aparentemente la nariz no se había roto, pero dolía infernalmente, y con el golpe en la barra se me había hecho un corte en un costado de la cabeza que sangraba animadamente, y chorreaba calor por la oreja, el cuello y el hombro. Sólo noté que alguien se había bajado detrás mío en el bus después de caminar una cuadra y media.

Cuando me detuve a media cuadra para "sonarme" la sangre de la nariz, al detener mi caminata, esqueché pasos detrás mio que solo se detuvieron un segundo después. Me imagino que venía caminando al mismo ritmo mio para que no le escuchara y no preveyó mi brusca parada y dio ese paso en falso que yo no debería haber sentido. Entonces, cuando yo me empezaba a voltear hacia mi seguidor, éste comenzó a correr hacia mi. Traté de escaparme, pero nunca fui bueno para las carreras y el tipo en una fracción de instante me tenía con la cara sujeta por la frente y con un cuchillo al cuello.

En un principio pensé que era el travesti violento, pero luego, por el característico guante sin-dedos me di cuenta que mi agresor era el punk.
- Yo soy el asesino, naricita linda - me dijo susurrando - pero yo soy bueno y te daré, como a todos, una oportunidad de salvarte. Debes responder correctamente lo que te voy a preguntar o te mato
- G-g-gracias -dije yo plenamente conmovido ante mi precaria situación
- Nada se me escapa - dijo apretando el cuchillo en mi garganta - oíste? tienes una sola oportunidad...así que dime naricita, sin equivocarse: ¿por qué razón te voy a matar?

Uno ve o se entera de este tipo de escenas violentas por los libros o las películas y uno está tan acostumbrado que cuando las ve ni se inmuta. Les cuento que estar allí, con un cuchillo al cuello, la nariz sangrando, la cabeza palpitando, los pies mojados y un psicópata que te pregunta algo que no tienes puta idea que responder, la cosa cambia. Eres capaz de mearte en plena calle y llorar descarnadamente. Eres capaz de desmayarte ante el solo impacto de tener la vida pendiendo de un hilo o, como es en el caso, a punto de ser descerrajada por la garganta. Yo no me desmayé, pero si me oriné. Y pensé también en la absurda respuesta que tenía que dar, pues ya que soy muy cuidadoso con mis expresiones en la calle, sabía que era imposible que yo le haya demostrado a aquel punk alguna pizca de discriminación, desprecio o algo así... soy muy cuidadoso en eso...desde siempre. Era verdaderamente infactible que él haya notado alguna impresión mía, al no ser que...

- Me leíste la mente - dije en un raro arrebato mágico-infantil que tuve en ese minuto, que no sé de donde salió, pero la respuesta del punk me contentó bastante y me tiene muy pensativo desde aquel entonces
- Muy bien, naricita, muy bien... ¿te pareció linda mi carterita?... leo la mente naricita, no puedes ocultar nada al asesino omnisciente... mato a los que discriminan con el pensamiento, ¿entiendes? pero aún así te salvaste. Ahora, apenas suelte el cuchillo corre llorando a tu casa. Oíste, Roberto Naricita-Roja? Sé que escuchaste bien... y una última cosa, no me llamo "punk", mi nombre es Luis.

lunes, abril 28, 2008

El robo a Jessica Rabbit. (Parte II)

Asi fue amigo, ella estaba tan loca que lo hicimos encima de mi escritorio, la secretaria no me ha dicho nada hasta el día de hoy, pero seguro que sabe lo que paso. Nadie en toda la calle 32 se salvo de oir sus gemidos.

Claro que para ese entonces yo solo sospechaba que estaba loca, lo verdaderamente espeluznante vino después...

- Te tengo que pagar por tus servicios "de detective" Ernie.
- No me llames Ernie, me recuerda a hernia, y como te dije cuando colgabas de la lampara, el placer es todo mio. - Le dije tirado encima de la alfombra.

De pronto tuve un presentimiento de que algo iba mal, y cuando quise abrir los ojos ya tenía el cañón de una pistola borrosa entre ceja y ceja.

- Lo siento Ernie, pero tengo que revisar tu oficina, no comprendo, ¿como es que tú tenías mis orgasmos? - Me dijo mientras se alejaba un poco la pistola agarrada con ambas manos.
- No creo ni una palabra de todo este cuento. - Dije, pensando que detrás de todo esto tanía que haber algo gordo.

Justo entonces, me dio la espalda para buscar entre mis montañas de papeles. Fue su error, cualquiera sabe que no se le da la espalda a un rehén. De una patada en el posterior de la rodilla logré tumbar a la loca, la pistola calló cerca mio y la recogí antes de que se levantara.
Casi de inmediato Jesica rompió a llorar, con gemidos desamparados.

- Tu no entiendes - Dijo poniéndose de rodillas y llorando.
- Claro que entiendo, tu sabes algo que yo no se, y crees que viniendo aquí y revolcándote con el pelmazo de turno vas a conseguirlo. - Justo entonces un arrebato de locura me invadió. Vi como mi oficina sucia, papeles por todos lados, una mujer de dotes afrodisíacos de rodillas desnuda, y yo con una pistola en la mano llevando solo mis calcetines. Me comenzó a hervir la cabeza.

- Mira putita, si quieres venir a jugar a los detectives has dado con el tipo equivocado.- Le dije mientras agarraba su muñeca y colocaba el revolver en su mano. Ella solo gemía y lloriqueaba en silencio. - ¡Y por última vez te repito, que no me llames Ernie!.-

- Tu tampoco entiendes, desde que perdí las 'O's no puedo disfrutar de la vida, todo es gris. - Dijo en voz baja y apagada. - Pensé que si te hacía un favor podríamos llegar a buscarlos juntos. Pero luego cuando llegué hace un rato y el mundo volvió a tener colores, comprendí que tiene que tener que ver contigo. -

- Mira baby, lo lamento, pero tienes un problema. Eres una ninfo o algo. Y yo no te puedo ayudar.- Admití con un poco de pena.
-Toma son doscientos dolares, todo lo que llevo - me dijo buscando en su bolso. - Con esto reservo una hora de tu tiempo en el futuro ¿no?. - Y me paso el dinero.
- Hey, con esto da para mucho más, hay hasta para pagar una orgía si quieres, ¿de donde saco una ramera como tu tanto dinero?- Dije arrepintiéndome de inmediato, ya que un profesional nunca le mira los dientes a su caballo. Ella no dijo nada.
- Bueno, no importa. Podemos quedar el Lunes, este fin de semana voy a hacer negocios a Los Angeles. - Mentí. Ella asintió y comenzó a ponerse su ropa con prisa.

Pasé el fin de semana de burdel en burdel, y por alguna extraña razón no pude llegar al cenit ni una sola vez, todo se volvía lento, aburrido, pausado. Incluso me daba la impresión de que las diversas rameras de la noche (tenía doscientos pavos que quemar) tampoco se lo pasaban bien, para el Domingo el volumen de mi vida había bajado sus decibles a la mitad, gasté los últimos 25 pavos en una botella de whisky y dos Thailandesas que alguien había dejado en la ciudad al escaparse su circo sin ellas. Pero nada, mi libido estaba seco. Llegaba hasta un cenit, como una especie de coqueteo pero jamás concluía.

La espere todo el día el Lunes, y el Martes. Todavía la espero, la ramera que me pegó esta horrible enfermedad. Y Cuando la encuentre la matare.

viernes, abril 25, 2008

El robo a Jessica Rabbit. (Parte I)


Jesica entro en mi oficina una tarde calurosa de verano, con un escote criminal, se notaba que tenía calor, el sol que se filtraba de color sepia por entre la ventana sucia y las persianas que hace tiempo que no estaban paralelas las unas a las otras. Se quitó el sombrero y pude ver una gota de sudor que recorría su cuello y bajaba por entre el canalillo de sus pechos descomunales. Solo pude pensar en sus pechos durante los próximos segundos, hasta que me interrumpió.
Justo entonces prendí un cigarrillo, y le alcance mi tabaquera por si ella quería también.


- En que puedo servirle señorita...
- Señora, - repuso - Jesica, Jesica Rabbit. Puedes llamarme Jazz. En el club me llaman así.
- Bueno Señorita Rabbit, - dije yo, ignorando a drede lo que acababa de decir - que la trae a Logjammer & Co.? Mi nombre es Ernest Oakshaft, para servirle.

Jazz, saco un pitillo propio de un bolso diminuto y se acomodó en la silla, yo me fije en que jamás en la vida había conocido a una mujer semejante, Con tales atributos casi caricaturescos, de solo pensar en lo que venía, mi 'pedazo' se puso como un obelisco en medio del desierto que palpitaba con una presión digna de un martillo hidráulico.

- Necesito sus 'Servicios' - dijo, hace mas o menos un año que alguien me ha robado mis orgasmos.
- Robado? - Pregunté con una cara que supongo que usted, querido lector, podrá imaginar sin necesidad de que entre en detalles.
- Si, como lo oye, "Robado". - Dijo tajantemente.
- Como y cuando noto su ausencia? - Pregunte yo, sin saber si reírme o llamar a Smokey para que sacara a esta loca de aquí.
- El 14 de Abril de 1929, por la noche, estaba en los camarines del club y entró un hombre a la ducha conmigo.
- A la ducha? Usted le conocía?
- No, - Me interrumpió ella - pero no es raro en mi linea de trabajo, le sueltas 5 pavos al gorila, otros 5 a otra chica y finalmente en mi camarín y le daba un precio por la "función especial". Si aceptan el trato, entonces hago mi trabajo.
- Y usted cree que fue este hombre, quien le robo a usted sus orgasmos. - dije sacando un lápiz mas para convencerla de que me lo estaba tomando enserio mas que para anotar nada.
- Dicen que usted es muy bueno, quizá me podría ayudar a ... encontrar... mis orgasmos otra vez.

En este punto ya estaba apunto de perder los cabales, inconscientemente ya había empezado a dibujarla con las piernas abiertas en mi pequeño block. Como el negocio andaba lento, y en verdad el único caso que me quedaba era encontrar a un marido desaparecido, y luego cobrarle mas dinero para que me callara que se había marchado a Miami con su secretaria.

- Necesito saber los detalles - le dije - Como exactamente se puede "Robar" un orgasmo, o todos juntos?
- Bueno, no me di cuenta en seguida, el tipo había entrado de improvisto en mi camarín y yo me estaba duchando, así que le dije que dejara 25 pavos en el tocador y que lo atendería cuando estuviera limpia. No era un tipo muy paciente, porque sin que me diera cuenta ya se había sacado toda la ropa y estaba apretándome contra el muro de azulejos. Se me erizan los pelos del brazo de solo pensarlo, me agarro de los pelos de la nuca y me penetró de pie. En mi vida había tenido una sensación tan plena. Era como si todo el maldito 4 de julio con todos sus petardos y cohetes estuviera explotando dentro mio. Ni siquiera recuerdo como termino todo, desperté en el sofá, muy acalorada tapada con la toalla. Y el extraño ya no estaba.

Me aclare la garganta, con semejante explicación estaba hirviendo, una diosa en piel de una bailarina cualquiera, como era que no había oído de ella antes? Yo era por esos años muy aficionado a ese tipo de lugares... Esta chica era un misterio, tanto como el misterio mismo que me estaba contando.

- Y desde entonces no importa si me follo al amo y señor de la donga, no siento nada, no siento placer, soy como una piedra... - Y con eso Jesica rompió a llorar, al principio contenida, pero dentro de un minuto ya eran sollozos de angustia.
- No llore señorita Rabbit, así no arregla usted nada - le dije levantandome y rodeando mi escritorio para ir a consolarla.

De lo que no me percaté a tiempo fue de que llevaba un cohete en el pantalón y que hasta una monja se daría cuenta. Un fallo de calculo, de principiante, y con eso me empecé a poner rojo de vergüenza. Ella al verlo se interrumpió en su drama y pareció dudar un instante, si yo quería arreglar esto tenia que actuar rápido, y entonces cometí otra imprudencia que todavía no entiendo de donde demonios salió.

- Yo te puedo ayudar a "encontrar" lo que buscas Jazz, tengo la sensación de que no están tan lejos como piensas.

Jesica me miro sin levantarse y me sonrió levemente, luego agarró mi garrote con su mano izquierda y me apretó...

Continuará...

lunes, marzo 10, 2008

Zorro, Deseo y Oro.

He estado internado en el psiquiátrico durante dos meses ya. Un reportero de la revista "100%" ha ofrecido pagarme 5 pesos por palabra, sobre mi historia, y como no me quieren decir cuanto tiempo me van a tener a base de pastillas y agua con sabor a flúor, creo que es lo que tengo para mantenerme fuera de la quiebra.

Era un verano muy duro, me la pasé trabajando en las madereras del sur, es un oficio familiar o bueno casi familiar, porque mi abuelo era leñador, pero mi padre solo servía para encerrarme en el cobertizo despues de darme una zurra.

Moviendo troncos y bajando botellas durante mis ratos libres. Esta combinación de trabajo/bebida hizo que muchas veces me pusiera a mover troncos o a cortar arboles bastante intoxicado, pero no era raro que estuviéramos así, son lugares muy solos, y los hombres de campo necesitan su pequeña distracción. Fue así que en un desliz de una de las cintas uno de los troncos resbaló de la grúa haciendo una parábola inversa majestuosa que me dio de lleno en el torso, mientras que casi al mismo tiempo salí disparado. Así comenzó todo esto.

Está de más decir que la mayoría de la tala de bosque es ilegal, y que un obrero accidentado en esas condiciones pocas veces va a parar a un hospital. Mi caso no fue muy diferente... hasta entonces.

Abrí los ojos a ratos, recuerdo estar perdido vagando sin rumbo, recuerdo un río en el cual me desvanecí en el agua fría, pero después de miles de sueños de estar perdido, sin habla, sin saber quien era y sin comprender lo que ocurría, encontré una ruca entre dos peñascos y un riachuelo. De la pequeña construcción salia un hilo de humo, y al acercarme escuché risitas en el interior. El perro, se acercó a olerme, y luego de una duda silenciosa pareció invitarme a pasar al sitio, no sé como pasó, pero al entrar en la ruca vi dos mujeres jóvenes de la misma altura, bellísimas de pelo negro como el olvido, largo y suelto, me miraron, y al instante me di cuenta de dos cosas: de que eran las dos iguales, y que estaban desnudas hasta la cintura. Estaban jugando a un juego donde las dos se imitaban como si fueran reflejos, y al entrar yo a la ruca se sonrieron y comenzaron a imitarme a mi también. Llevaba un tiempo indefinido perdido en el bosque y no sé cuál era mi aspecto, pero a ellas parecía no importarle, sus risas me fueron contagiando y dentro de nada estábamos todos jugando a su extraño juego, donde eramos tres, pero de alguna manera parecíamos todos uno, así fuimos juntos al riachuelo donde nos lavamos y poco a poco comenzamos a tocarnos tiernamente, como en un juego de seducción. Ellas me acariciaban y besaban por partes y al poco rato abrían las piernas momentáneamente echadas en la hierba de la orilla, recuerdo verlas como mariposas que secan sus alas al sol después del rocío de primavera. Y ahí las tomé a las dos, o ellas a mi, como sea, porque en su extraño embrujo sin palabras yo era de ellas y ellas de mí. Podía sentir su placer al mismo tiempo de infringirlo, y veía sus muecas de placer sonrientes mientras me soltaban gemidos y palabras de las cuales yo comprendía poco (mi abuelo algo me enseño en su día, pero no logro recordar mucho). Recuerdo que mi sed de ellas no saciaba, seguíamos toda la noche hasta que mis últimas fuerzas eran diezmadas por la seducción y la brutalidad de mis cautivadoras captivas.



Me llamaban Alka Nguërü, y mientras estábamos juntos me enseñaron a llamarles Illufal y Millan, aunque francamente no sabría decir cual era cual. Me tomaban por asalto a cualquier hora, pero solían ser mas salvajes durante el atardecer, metiendo sus lenguas en todas partes, suyas y mías, y gozando de mis orgasmos tanto como yo de los suyos. De todas las noches en que estábamos juntos nunca las vi dormir ni comer, solo mirarme con deseo y nutrirme con sus placeres, Jamás tuve hambre ni frió a su lado, y hasta el día de hoy, mientras escribo estas lineas pensando en el placer continuo de sus gemidos, los escalofríos y sudores me hacen parecer enfermo. Quizá lo estoy.

Uno de los días magníficos de aquella eternidad de placer, logré mantenerme despierto después de que las dos mujeres saciaran su apetito sexual conmigo. Cuando creyeron que me había dormido las dos salieron de la ruca. Las seguí en silencio hasta el riachuelo seguido por una luna nueva que débilmente dejaba ver los contornos de las cosas. Ahí vi una serpiente bicéfala, transparente salir del agua con ojos amarillentos y brillantes. Allí las dos abrieron sus piernas y vi como la serpiente metía su cabeza con violencia entre sus tallos morenos y abiertos... vi que se mordían los labios para no gritar del dolor, y me enfurecí, la ira con la que un mortal pierde el cielo. El perro delató mi presencia con un ladrido y en cosa de segundos la serpiente de agua me apretaba la garganta, mientras que Illufal y Millan estaban siendo llevadas por los aires por la serpiente interminable, parecían muertas. Eso es todo lo que vi.

Me desperté en esta clínica, y me dicen que no me llamo Alka Nguërü y que jamas he estado en el sur, que he sido entrenador de voleyball toda mi vida, hasta que "el accidente" me dejó fuera de la sociedad... Cuando cierro los ojos las veo, tersas y mojadas, con risitas traviesas. Y teniendo ese recuerdo, ¿Quien en su sano juicio quisiera volver a ser alguien que no conozco?

miércoles, febrero 20, 2008

Genios camuflados

La fama lentamente ha ido envolviendo a los miembros del puticlub. Últimamente, por ejemplo, ha aparecido una chiquilla misteriosa que deja mensajes en nuestros posts (y no sé si quiere contratar los servicios de todos los miembros o cree que todos son uno) y todos los días me llaman de algún diario regional para farandulizarnos. Mi tiempo de lectura de mails ha crecido paulatinamente y, por qué no decirlo, gracias al blog tengo BASTANTE más clientas que antes. La fama, como digo, empieza a coquetearnos.

Así, hace un par de días sonó el teléfono y me habló algo con voz de hombre:
- Tiomemo, tengo algo que puede interesarte- dijo sin más nada.

No era de extrañar que a estas alturas de la fama llamase cualquier loco ofreciendo cualquier barrabasada, sin embrago algo me hacía creerle o, al menos, interesarme:

- Es algo largo... - dijo dubitativo - no podría contextualizarlo por teléfono- continuó -¿podríamos vernos esta semana?-

Después de un tira y afloja, en el que yo trataba de que me largara la esencia o una pequeña muestra de su "asunto", finalmente terminé cediendo y, sin una gota de información adicional, acordé encontrarnos en el bar/pub/café "Ecléctico" en pleno barrio cuico de Santiago, a la siguiente noche.

Cuando tomé la micro para llegar a la cita, me fui pensando en varias cosas que nada tenían que ver con el encuentro. En ese momento recordaba mi frustración por no haber ganado nunca el "Santiago en 100 palabras". Durante tres años había mandado una infinidad de relatos de no más de 100 palabras a este concurso donde ganar, con miles y miles de prodigiosos contrincantes, es verdaderamente imposible. Había escrito algunos textos que, a mi gusto (que para ti, oh lector, puede ser la alegoría de un ano), estaban bastante bien y me tenían verdaderamente orgulloso. Encontraba (y encuentro) verdaderamente desolador no ver nunca el rostro de los jueces y la modelo con la sonrisa en la cara y el diploma de ganador zumbando entre nuestros dedos. Pero aquel día yo tenía una gran idea. Una idea ganadora que sólo faltaba aterrizar, y quedó mas o menos así, aunque aún puedo agregarle dos palabras:
"La ciudad roba, osea, cuando algún ser querido tuyo se muere, desaparece porque la ciudad se lo llevó y no porque haya 'muerto'. Si una mina te patea, no es que ella haya querido alejarse de tí, no, ella fue obligada y abducida por ese ente ruidoso lleno de sirenas, balazos y caca en las cañerías. Si cualquier persona te deja, es porque la ciudad la ha devorado con sus millones de bocas con bisagras y, si te sientes solo, no te engañes, es la ciudad quien se los ha comido a todos y ahora chupetea sus huesos."

Aún le falta mucho...

Pero sigamos con el relato: Ya abajo de la micro, gigantesco brazo ortopédico en mal funcionamiento, me dirigí al pub donde me esperaba un hombre vestido de atractiva mujer que no me dejó tiempo de huir despavorido
- Mi amor, soy yo.... el de zapatos rojos... como acordamos - dijo.
- Hola - respondí tratando de contener mis pensamientos que, pese a mi resistencia, afloraron por su cuenta en colorados tintes y movimientos nerviosos
- ¿qué pasa lindo? No me digas que eres un fascista homofóbico - dijo interpretando mi comportamiento y hablando con tanta seriedad como con burla
- No, para nada. De hecho, respeto y admiro a gays y travestis, pero me pongo nervioso frente a ellos, es algo que no puedo evitar- respondí sincero
- No te preocupes que no muerdo, lindo. Siéntete, ya te pedí una negrita - dijo cerrándome un ojo.

Me senté lentamente, haciéndome el importante. Pocas veces se tiene la oportunidad de sentir la fama y yo quería saborearlo. Con parsimonia y majestuosidad de movimientos encendí un cigarrillo al revés y me disculpé diciendo que se me habían quedado los lentes de contacto en la casa. Era una mentira, pero no podía quedar como un estúpido así tan rápido, sin siquiera mostrar mi verdadera y sobresaliente estupidez. Después. la cerveza llegó con inusitada velocidad y la mesera distrajo por un momento mi atención: llevaba el delantal puesto directamente sobre la ropa interior y, seguramente para resistir el somnoliento calor de esa noche, acababa de ducharse. Su largo pelo negro estaba muy mojado y tenía algunas sensuales huellas de humedad en el delantal. Blandía un aroma de shampoo floral, un poco vulgar para mi gusto, y un perfume distinto en el cuello, empalagosamente dulzón, pero todo en su conjunto inducía una sensualidad fresca, venteada y, por supuesto, erótica.

- ¿Qué quieres mostrarme? -le pregunté con espuma de cerveza en el bigote a la misteriosa compañera de mesa . La ronca muchacha omitió responder con palabras y me señaló con su dedo, usando el tiempo adecuado y sin dejar duda alguna a la interpretación, su entrepierna.
- ¿Por qué crees que me interesaría mirar ahí? - pregunté disgustado mientras sacaba dinero de la billetera para pagar la cerveza y largarme de esa inútil situación - No soy urólogo, así que te aseguro que no hay nada que me interese de tus alrededores pélvicos...-descargué mientras dejaba los billetes en la mesa y buscaba el celular para ver la hora. Después continué nublado de enojo con mi retórica -ni menos si lo que quieres es venir a vanagloriarte o a fanfarronear o a simplemente...
- No se ponga tan machito, Sr Tiomemo -dijo interrumpiendo mi descargo - estoy bromeando, no se preocupe - continuó, haciéndome sentir idiota - ¡qué vigor tiene ud! y, a la vez ¡tan educado! ¡qué reacción tan espontánea y varonil!
- Ya déjate - le pedí riéndome y escondiéndome detrás de un sorbo de cerveza.
- Discúlpame, lindo -dijo- a veces me pongo a hacer esos chistes tontos. Te traje aquí para algo muy distinto: Tengo una historia verdadera y quiero que la publiques en el blog.

La mujer (o el hombre), después de un breve silencio, en un lapso de un litro de cerveza y dos cigarros y medio, me contó una historia que jamás se me habría podido ocurrir a mi. Su historia por momentos ahondaba en el hombre con gran sabiduría y tenía un argumento redondo, perfecto, donde todos los cabos calzaban como un mosaico renacentista. Su final, verdaderamente impactante, me dejó la piel erizada por tres días. Más aún, según la mujer, todo era verdad.

- ¿Qué te pareció? - preguntó expectante con el cigarro casi en la boca
- No puedo ponerlo en el blog -sentencié
- ¿Tan mal está? - dijo. Su voz y su postura habían mutado completamente. De una leona se había transformado en un pequeño ratón.
- Está horrible -mentí- he visto ese tema cincuenta veces, incluso creo que le he oído un chiste parecido a Checho Irane.
- ¿De verdad? - preguntó a punto de reventar en lágrimas.
- No, no es verdad -dije sonriendo- ahora caíste tú. Jaja. La historia es verdaderamente buena. Nunca había oído de nadie otro relato mejor.
- Desgraciado. Casi me da un triple infarto cerebral - comunicó mientras se derretía de tranquilidad sobre la silla
- Tenía que vengarme de tus chistecitos -respondí mientras pensaba que en realidad no me vengaba por sus bromas iniciales, si no que era la envidia quien había actuado
- ¿Pero, entonces, la publicarás en el blog?

Durante un par de cigarros adicionales le expliqué que no podía escribir aquella historia en el blog, pues no me sentía cómodo con semejante regalo. ¿Qué ocurriría si la escribo y después me hago universalmente famoso por ese relato? ¿qué pasaría si después la historia me recordase como su autor y el resto de mi "obra" pasase inadvertida? Yo no estoy dispuesto a vivir en semejante mentira. Le recomendé practicar con su escritura, soltar la pluma y escribirla él mismo. Después, cuando se volviera famosa y acaudalada, Yo le pediría consejos de escritor a ella.

Comentamos un par de cosas más, nos reímos otro poco y nos despedimos. De regreso en la micro hice algunas correcciones a mi relato de 100 palabras. Después de todo, el baño de humildad no me había hecho mal.

sábado, enero 26, 2008

La ciencia del sexo



Este post no se trata de toda la ciencia que hay detrás del sexo...no... de eso está plagado. Este post se trata de una historia de la vida real (por supuesto, como todas las del puticlub...).

Yo vivo y laburo frecuentemente en un piso que arriendo. Como cualquier departamento, se ubica dentro de un edificio, y en el edificio vive un montón de gente, como la vieja de cachirulos que vive bajo mi piso y que sorprendo sapeando de vez en cuando, o como el pendejo obeso que me grita 'marica' en cada oportunidad que nos encontramos.

En el tercer piso, vive el protagonista de la película 'Pi, fe en el caos'.

No, no es él, pero es igual. Incluso, al lado vive una prostituta con rasgos hindúes que lo adora. Y no miento. También hay una niñita china que le pide que le calcule unas divisiones absurdas, que él resuelve con una facilidad impresionante.

No, lo último es mentira.

Un día perdió las llaves de su depto y lo encontré a la espera del cerrajero, mirando con impotencia la puerta cerrada. Lo invité a pasar a mi morada a tomar un café para suavizar la espera y él aceptó con inusual entusiasmo. Nunca habíamos conversado más de tres palabras (cada uno) y sentí que se había emocionado porque alguien se interesaba en sociabilizar con él. Tenía un aspecto de antisocial desbordante: El pelo enmarañado y grasiento, la ropa manchada, arrugada y con olor a humedad, manos teblorosas, dientes más desordenados que recreo de prekinder (¿dónde escuché eso?) y una mirada esquiva galopante.

Hablamos un montón de rato. Se notaba que el tipo era inteligente. Le conté de mi trabajo y no se mostró en lo absoluto impresionado (digo esto pues alguna gente se sorprende un poco cuando descubren que eres puto). El también me habló de su vida y trató de explicarme la tesis doctoral en la que trabajaba, que yo sólo pude entender a grandes rasgos

- Hay mucha información que se descubre en los eventos improbables - me dijo - Imagina que tienes en tu mano un dado absolutamente equilibrado, osea, que si lo lanzas por la mesa te puede salir un 1, un 2, un 3, o un 4,5,6 con igual probabilidad...

- Ya..

- Imagina que lanzas ese dado 10...20 veces y en esas 20 tiradas te sale el numero 1 veinte veces...¿qué pensarías?

- Pensaría que el dado está cargado

- Ya, pero...ehhh... piensa que es imposible que el dado esté mal hecho porque lo construyeron en alemania y te dicen que es "equilibrado"

- Mmmmmm... ahí no sé lo que pensaría

- Lo que uno tendería a pensar es que las próximas veces que tire el dado, sería muy improbable que te salieran más unos ya que, si han salido tantos y el dado no está cargado, deberían empezar a salir otras cosas...

- Mmmmmm.. pero...¿cómo el dado se entera de que le han salido muchos unos y que tienen que salir "otras cosas"?

- El dado no se entera, eso es lo que siempre ha dicho la ciencia hasta ahora: "eventos independientes", es decir, la próxima vez que tire el dado, la probabilidad de que salga un 1 es la misma de que salga un 2, o de que salga un 3 o cualquier otro...pero mi teoría es que las distribuciones de probabilidad sí se enteran, pues tienen que ajustarse a la realidad... ves? por lo que uno podría - dijo mientras tragaba saliva y su cara se iluminaba- predecir el futuro a partir de ocurrencias improbables...

Después de decir eso, mi vecinoCientíficoLoco, ante mi cara de asombro - que no era más que mi expresión ante SU asombro- trató de explicarme más detalles de su tesis doctoral, que estaba a punto de obtener el "gran resultado", el "descubrimiento del siglo", pero como yo no entendía nada tuvimos que conversar de otros temas que olvidé. Antes de irse, eso sí, repitió que estaba a un punto, a un sólo paso de demostrar su "revolucionaria teoría", que cambiaría la ciencia hasta entonces conocida y que se haría famoso, tendría una "sabrosa mina" y un merecido nobel en matemáticas, medicina o economía o los tres premios al mismo tiempo... le faltaba tan poco pero parecía tan dfícil...

Mirando hacia atrás, me parece que lo único que comprendí bien de toda la conversación fue "sabrosa mina".

Lo que ocurrió después fue más o menos improvisado, como una talla picarona en la vega... Jacinta, una de mis más extrañas clientas me comentó que una amiga suya, ex modelo de pasarela, necesitaba de un amante inexperto. Yo no lo pensé un instante y le di la dirección de mi vecino matemático: "Lo encontrará allí cualquier día a partir de las 8 de la noche, la mujer debe ser respetuosa, pero tiene que tomar la iniciativa" - dije instintivamente.

Casi exactamente un mes después, yo ya me había olvidado de la historia y me encontré con el súperGenio en el pasillo. - No sabes lo que me pasó anoche - me dijo - llegó una mujer caliente, muy caliente (pero respetuosa), hicimos el amor como dos bestias y ¿sabes? estábamos en medio de un descanso y mi mente hizo tic! y clac! y entendí todo.... ¿todo entiendes?... me vino la claridad, la inspiración....ahora todo calza... el entramado...

Una semana antes me lo había topado en el pasillo. Se veía destruído. -Es que tu no ves la importancia. Te voy a explicar- comenzó - Yo te puedo pedir a tí (y tu me puedes responder) un número entre uno y diez, por decir algo, cualquier número entre 1 y 10.... Tú me podrías responder cualquier número y es imposible que yo pueda adivinar, al no ser que te lea la mente o le achunte de suerte al número que vas a decir. Al contrario, si tú le pides al computador un número aleatorio entre 1 y 10, yo podría conocer el número que me dirá si fuese capaz de seguir los mismos procesos lógicos que utiliza el computador para elaborarlo. Son procesos complicados, pero causales, osea, son producto de un procedimiento conocido, rastreable y, eventualmente, repetible....Entonces, por un lado, en el ser humano tengo una fuente de datos aleatoria impredecible, ya sea por la extremada complejidad del proceso que lo genera o la presencia de una fuerza mística inexplicable, y por otro lado, la máquina artificial, que evidentemente sólo genera aleatoridad a través de procesos cuantificables.
- El vecino loco hizo una larga pausa para reunir todas las palabras antes de seguir. Luego, las vocalizó lentamente, como para que mis lentos oídos las decodificasen sin error -¿Qué pasaría si pudiésemos describir el proceso causal que lleva a un ser humano a decir un número en particular? - preguntó mirándome con una sonrisa orgullosa -¿qué ocurriría si pudiésemos predecir el número que dice el ser humano a través de la lectura previa de los procesos químicos y eléctricos en sus neuronas? - preguntó nuevamente, pero ya sin esa sonrisa porque notaba que yo no había desentrañado bien sus palabras....hasta que lanzó su último intento -Aún no llego a lo que quiero decir...¿qué pasaría si el pensamiento del hombre no fuera más que una cadena de eventos causales de carácter químico y físico, y por lo tanto, "privado del libre albedrío"? ¿Lo ves? El alma, la chispa por la cual creemos ser libres, en el caso que exista, no es más que una probabilidad desconocida, una incertidumbre, el vacio del conocimiento, el límite de lo causal, lo impredecible.... el libre albedrío es aleatoreidad-

Cuando dijo eso de no ser más que una causalidad, me sentí como parte de una especie de onda en el universo. Como el movimiento de un dominó que bota a otro en la cadena del tiempo. Un empujón inicial da origen al movimiento, la "vida", mis ancestros, mis movimientos, mis pensamientos, mi progenie y su destino. Todos y cada uno de los elementos, destinados a tumbarse en un momento exacto, un momento determinado a partir del origen de aquella onda, a partir del primer espasmo de la primera criatura unicelular o quizás desde mucho antes... Después de mí, la humanidad seguirá tumbándose hasta su fin...

Mi cabeza daba vueltas, pero algo creí haber entendido de lo que me decía (al menos lo suficiente como para poder transcribirlo ahora) - pero... ¿y el clima?- cuestioné - el clima es un fenómeno de gran incertidumbre, está sujeto a probabilidades y no existen certezas...entonces - me detuve algunos segundos para escoger bien las palabras - ... según tu teoría, el clima, ese fenómeno que tiene aleatoreidad e incertidumbre, posee acaso alma? - pregunté triunfalmente.
- Muy bien - respondió con una sonrisa de profesor satisfecho - muy bien - repitió - Lo que sucede es que hay cosas que son "más aleatorias" que otras.... y también existen fenómenos que vemos inciertos pero sólo por nuestro desconocimiento de las variables o de los mecanismos que interfieren en el proceso. Como probablemente lo es el clima, donde no podemos manejar los datos suficientes como para predecirlo con mayor exactitud...El dilema de la ciencia es averiguar qué eventos aleatorios son inciertos por el desconocimiento del proceso, y qué eventos aleatorios, si es que existen, son incietos de por sí-

Pero esa conversación fue hace una semana. Ahora, la existencia del vecino se agitaba nerviosamente delante mío y me hablaba en lenguas extrañas: - ...¡somos una fuente de aleatoreidad infinita! ... ¡lo dijo einstein (pero de otra forma)!... ¡cuando estaba dentro de ella nos transformamos en la probabilidad conjunta, nos convertimos en la entropía cruzada, había entre nosotros un espacio de información mutua!- El vecino estaba claramente debordante. En instantes pensé que explotaría - Ven - dijo jalándome del brazo - la fórmula está completa, se llamará la fórmula del "Libre albedrío" o mejor "la fórmula de mi libre orgía"...gracias a esta increíble noche lo resolví, como si su lengua la ubiese susurrado en mi oreja mientras la lamía cuando su mano exploraba el interior de mis calzoncillos....-

Recuerdo que le seguí un poco la euforia y después me disculpé pues tenía que dormir temprano ese día y le propuse celebrar su triunfo al día siguiente. Fue la última vez que lo vi. El vecino desapareció completamente del mapa. Y nadie supo nunca nada de él. Ahora su departamento está siendo arrendado por una señora que me ofrece constantemente comunicarse con mis ancestros sepultados...de ahí les contaré aquella historia de terror.
Eso es todo.
Vecino, no he revelado tu nombre por seguridad. En el caso que no hayas sido absorbido por la variación de la entropía universal, y estés recibiendo el nobel o un tratamiento de electroshock, si ves este relato (yo sé que leías el blog), comunícate conmigo para que me cuentes como van las teorías. Saludos.