lunes, agosto 07, 2006

Santidad profana

A sido un buen tiempo, pero no importa, ahy cosas que nunca se oxidan.
Aqui va:

El viento invernal se cuela por la ventana, helando mi habitacion. Aunque me gusta el calor, mas si viene de una mujer, hoy prefiero el frio invernal. Abajo, y extendiendose hasta el horizonte, puedo ver la ciudad, encendiendose para recibir a la noche que arrecia.

Hoy me quedo en casa

Tal vez, en ese sucucho del centro, donde la morena se mueve como gata, agarrada firmemente de la barra para que otros hombres no la bajen de alli, tal vez alli me echen de menos.
Tal vez la rumba sandunguera que sale de esos sitios que tantas veces utilice para seducir y cazar, que inflama aun las mas frias noches de invierno, como esta, y se pierde solo tras la llegada del amanecer, tal vez esa rumba me eche de menos esta noche.
Tal vez las copas y el alcohol de tantos y tantos bares, esta noche, mientras se riegan generosamente garganta abajo de los atentos y fieles feligreses que, como yo, acuden cada noche a saciar la sed de pena infructuosamente, mientras entibie estomagos y corazones extraños, tal vez esas copas y ese alcohol, se pregunten por mi y mi ausencia.
Tal vez incluso exista un corazon de hembra sincero, que con un poco de aungustia se pregunte por que no hago cantar melodias eroticas a su telefono esta noche.
Pero esta noche el puto se queda en casa.
Por que muy puto sera un puto, pero incluso uno como yo tiene respeto por ciertas cosas.
Y conosco mujeres que dirian que eso no es asi, que no soy mas que un desvergonzado que prometiendo amor consiguio sexo, que encubrio la calentura con cortesia, el deseo con ternura, y la triste verdad con hermosas mentiras. Podrian decir mucho mas si te quedas a escucharlas, a investigar su dolor, a hacerlas creer que realmente te importan cuando, la verdad es que solo te importa lo que tienen entre las piernas, bajo el escote, y lo que pueden hacer con la lengua. Todo lo que te dirian seria verdad, y mas probablemente si me preguntas a mi te enterarias de cosas aun mas desvergonzadas, como cuando me acostaba con alguna para sacarle celos a otra, o como iba saltando de cama en cama todo en la misma noche, o de cuando me cogi a sus hermanas en el viaje familiar, o a sus madres cuando su padre no estaba.
Todo eso es verdad. Porque es la vida del puto, algo que ellas entienden y a veces practican, pero que no toleran en quien se las folla mas de una vez.
Todo eso es verdad. Ellas te podrian preguntar que mierda respeta un tipo como yo, desvergonzado y patan, que despues de robarles el corazon les hurgueteo la billetera.
Porque miento para amar, amo mentir, y a veces, solo muy pocas veces, amo de verdad y huyo.

Pero hoy me quedo en casa, por que incluso un puto como yo conoce el respeto.

Ayer murio atropellada la mujer que me hizo debutar.
Esta noche, la noche puede esperar...

jueves, agosto 03, 2006

Exhibicionista y Voyerista

Amigazos, renuncio a lo que me propuse en mi anterior post. Si alguien entendió lo que posteé (pues lo enredé lo suficiente para que fuese complicado) y se anima, que lo siga. Yo fui incompetente.
Para saldar mis deudas con el blog, posteo algo cortito, generalmente depresivo, superficial y con unas breves tonalidades mamonas.

- Penélope, ¿a quién quieres?

Ella no le respondió, se hacía la dormida al otro lado de la cama

- Penélope, sé que me escuchaste, dime... ¿a quién quieres?
- Ya te dije que a tí, devolvió ella con voz de sueño

El silencio para Rogelio era como el aleteo de un zancudo en la penumbra, amenazante de zumbar en cualquier momento dentro de la oreja.

- Yo sé que te quieres acostar con otros hombres, no tienes para qué mentirme...

Silencio.

- Sé que te acuestas con otros hombres. Los dos sabemos que yo sé, que lo he visto...

Silencio. La oscuridad los defendía de sus propias expresiones. Ambos querían gritar o irse o dormir, pues las nadas, los espacios de nada, amenazan estallidos.

- Tú sabes que a mi eso no me importa. Ya hemos conversado que a mi me gusta mirar y sé que yo nunca te podría dar tanto placer como los otros... y a tí, además a tí te gusta que yo mire y te desee detrás del espejo mientras tú estás con los otros...

- Penélope, ¿a quién amas?, preguntó nuevamente, asfixiado por la angustia

- A nadie, respondió Penélope por fin - Nunca he amado a nadie más que a mis zapatos.