miércoles, enero 21, 2009

Motel Dragón.


Es dificil contar una historia de motel que no se sepa ya: muertes, historias de traiciones; pero el motel Dragón tiene una história particular.

A la entrada se llega paseando por un largo camino de tierra internado en el desierto, con luz tenue que casi deja perderse a los que pretenden alcanzarla. En la recepción, una mujer asiática pequeña entre cortinas rojas. Sonrriendo, muestra la lista de precios con el último número tachado por una gruesa línea roja. Se alcanza a leer: "Suite Dragón - 40.000 pesos".

- Esa. - Le digo con el dedo.
- No é posible.
- Bueno, entonces dame la nueve.
- Bien, toallas, ¿Quiele?

Antes de que pueda responder, la recepcionista desaparece entre las cortinas que rodean la pequeña recepción.
Ella (cuyo nombre será S), me mira con un destello mientras salta el mostrador y saca las últimas dos llaves, una con un gran "9" en el llavero, y la siguiente que llevaba una trenza terminada en nudo de cordeles de seda rojos.

- Rápido, cambia las llaves!

Todo pasa muy rápido. Vuelve la recepcionista, nos da las toallas, la llave número 9 y nos indica el camino con el dedo diciendo algo en quien sabe que idioma.
Tomamos el auto para dirigirnos a la cabaña 9. Era un lugar extraño, con muy poca luz, ni rastros se veía de otras personas, un silencio absoluto envolvía todo, y no parecía haber una relación numérica entre las cabañas contiguas, lo que hacía aun más difícil encontrala.
Cuando al fin llegamos, dejamos el auto estacionado fuera de la cabaña para despistar. Andando, al poco rato encontramos el final del camino y la Suite Dragón. S sonrreía bajo la luz nocturna y sentí impaciencia en entrar para poder hacerla mia... Hace 4 meses que salíamos y esta era la primera oportunidad que me daba de hacerlo.

Por dentro, la suite era muy especial. Se sentía como que te transportasen a la China misma, con sus decorados y colores. Cientos de pequeñas lamparitas iluminaban el espacio. Vi por la expresión de S en su rostro que le parecía el lugar ideal para este momento "especial", aun que para mi todo esto eran detalles. Sólo podía pensar en su cuerpo, y la silueta que esa luz tan especial formaba en ella. La cama era redonda y central, encontramos y encendimos un incienso, bajamos las luces y encendimos velas, todo cortesía del Motel Dragón. Ese fue el momento en el que me pregunté fugazmente: ¿por qué habrán tachado el nombre?

S me agarró por sorpresa y me paso la lengua por el cuello. Cosa que nunca había hecho, y me comenzó a desabrochar todo lo desabrochable. Algo inesperado, por decir poco. Fue entonces que me di cuenta de que su sombra no era precisamente de su silueta, era mas grande, como si estuviera engulléndome. Exitado le saque las últimas prendas, que retenían todo lo que pensaba recorrer con mi boca. Otra vez S, fue mas rápida, mi ropa estaba en el suelo y su lengua ya bajaba de mi ombligo y mis ganas eran agua hirviendo en su boca, ese fue el último momento que recuerdo.

Ahora no tengo claro lo que soy, cuelgo del techo de la Suite Dragón junto a otras cientos de lamparitas rojas de papel. Y de vez en cuando veo que una pareja entra a escondidas y los fulmina la maldición del Motel Dragón.