viernes, julio 04, 2008

Luz roja. Misterios del Madrid Erótico.

"Soy escritor. No he escrito un libro todavía, y no he publicado nada en ninguna revista, pero como lo que mas hago es escribir, me puedo definir. Ventaja que pocos tienen. Esa, la capacidad de definirse."


Vivo en el último piso de un edificio con un patio interior, con una única ventana que da a las de enfrente y muros pintados de gris. Paso mucho tiempo mirando por esa ventana, a pesar de que aparte del cielo y los muros grises no hay mucho más que ver. Bueno, hay algo que ver, una ventana que sale como una A mayúscula desde el tejado de tejas rojas.

Una noche de verano, no podía dormir por el calor, y vi la luz de un cigarrillo bailar en una danza predecible desde el marco de la ventana a un punto donde asumo había una boca. Luego el humo subía y se perdía. Esta escena simple se repitió otras veces, y con cada encuentro mudo, de ventana a ventana crecían mis fantasías...

... Con las lunas amplias de Madrid a veces podía ver algo de mi personaje, al parecer una chica joven, desnuda, indiferente y un punto rojo en el cercano infinito inalcanzable.


Una noche en que volvía mas temprano que tarde y la noche estaba en recesión, la vi de cerca, estaba subiendo la escalera que llegaba al ático, los pisos que les dan a estudiantes empobrecidos, o jóvenes bohemios.



No vi su cara, solo su culo perfecto subiendo por la escalera. Le dije "Ey..." mudo por las palabras y por la vergüenza no pude hacer mas que mirar el sutil bulto entre sus piernas balancearse mientras escalaba. Tragando saliva entré a mi casa y abrí la ventana al calor nocturno. La ciudad nocturna esta hirviendo con calma, como una bomba de tiempo.

Me quite la ropa y tomé mi posición habitual en la ventana. Ahí estaba ella, muda y mortal, pensando en su diminuta ropa interior se me puso como una barra de acero, una erección casi dolorosa por la presión ejercida en mi miembro. Sin tardar comencé a remediar la situación con los ojos muy abiertos mirando la ventana abierta, el punto de luz roja, y la silueta de sus dibujadas por la luna.

Al cabo de tres minutos, el punto pareció detener su lenta oscilación. Se comenzó a mover fuera de la ventana, donde la luna dibujaba un brazo pálido y una mano de dedos finos que llevaban un cigarrillo con gracia, creo que fue entonces que con la boca abierta por el placer llegue a un orgasmo tan arrasador que sentí los vellos de mi nuca erizándose, seguido de varios jadeos y escalofríos.

Ahí no termina la historia (muchas de mis relaciones suelen terminar justo después del último orgasmo), el brazo comenzó a hacer un gesto de invitación.

No puedo decir que en circunstancias normales hubiera aceptado la invitación pero la falta de palabras que sentía me excitaba, la pureza de mi deseo hacia ella, y su gesto evidente de anelo carnal.

Salí sin vestirme de casa y dejé las llaves colgadas de la cerradura, subí la escalera de metal y mas de una vez mi sexo golpeo los escalones mientras subía recordándome de que su mente propia estaba lista para viajes a las profundidades que ni Julio Verne hubiera imaginado.

Llegue a un rellano pequeño de suelo de madera con macetas de plantas fenecidas adornando una puerta pequeña abierta de par en par. Entré sin decir palabra y adivine hacia donde estaba la ventana por la luz de la luna, ella me esperaba de perfil apuntándome con uno de sus pezones erectos y con unos vaqueros a medio desabrochar, en silencio le bese el cuello y cuando bajó la guardia le bajé el pantalón que quedo a la altura de sus rodillas, le di vuelta y usando el marco de la ventana para doblarla en noventa grados y con impaciencia metí mi miembro palpitante hasta lo mas profundo esperando saciar mi sed.

Sus gemidos eran tímidos, y agitados, como si quisiera contenerlos al silencio que reinaba en la ciudad ardiente y dormida. Pero pronto le fue imposible y con embestidas brutales (a pesar de que nunca he sido una persona violenta) se liberó de los gemidos apagados, dando gritos espontáneos que resonaban por el tejado. Pronto un eco de sus jadeos y forcejos por soltar sus muñecas, fue encontrado por otro orgasmo por mi parte, que dreno el aire de mis pulmones como en un bostezo incontrolable de placer punzante.

Estuvimos todavía un par de minutos mas en esa posición, yo mordisqueándole la nuca y ella rezongando con los ecos de sus gemidos anteriores. Hasta que pude mirar a mi alrededor en la obscuridad, el cigarro se apagaba en el suelo.
He durado dentro de su cuerpo lo que dura un cigarrillo en consumirse, pensé.

Sin pensarlo demasiado y completamente por accidente puse la espalda contra una pared, y mi mano izquierda dio con el interruptor de la luz. Vi a la dueña de mis deseos desparramada en un sillón, luego lentamente se incorporaba mientras la miraba. Entonces vi su cara. Tenia una cara blanca muy hermosa y fina, pero sus ojos eran de un blanco lácteo que me denotó el secreto y a la vez el misterio que acompaña cada secreto.

3 comentarios:

tiomemo dijo...

Buena Mr Pachanca...Lo unico confuso, o demasiado paradójico, o muy poético para mi ingenieril mente fue la frase final!

pachanka dijo...

los clichés tienen que explotarse, pero a lo mejor se me paso la mano... le faltó decir, "no te quedes en el pasado baby".

valenciax dijo...

Buen relato y buenas fotos que lo adornan