lunes, abril 28, 2008

El robo a Jessica Rabbit. (Parte II)

Asi fue amigo, ella estaba tan loca que lo hicimos encima de mi escritorio, la secretaria no me ha dicho nada hasta el día de hoy, pero seguro que sabe lo que paso. Nadie en toda la calle 32 se salvo de oir sus gemidos.

Claro que para ese entonces yo solo sospechaba que estaba loca, lo verdaderamente espeluznante vino después...

- Te tengo que pagar por tus servicios "de detective" Ernie.
- No me llames Ernie, me recuerda a hernia, y como te dije cuando colgabas de la lampara, el placer es todo mio. - Le dije tirado encima de la alfombra.

De pronto tuve un presentimiento de que algo iba mal, y cuando quise abrir los ojos ya tenía el cañón de una pistola borrosa entre ceja y ceja.

- Lo siento Ernie, pero tengo que revisar tu oficina, no comprendo, ¿como es que tú tenías mis orgasmos? - Me dijo mientras se alejaba un poco la pistola agarrada con ambas manos.
- No creo ni una palabra de todo este cuento. - Dije, pensando que detrás de todo esto tanía que haber algo gordo.

Justo entonces, me dio la espalda para buscar entre mis montañas de papeles. Fue su error, cualquiera sabe que no se le da la espalda a un rehén. De una patada en el posterior de la rodilla logré tumbar a la loca, la pistola calló cerca mio y la recogí antes de que se levantara.
Casi de inmediato Jesica rompió a llorar, con gemidos desamparados.

- Tu no entiendes - Dijo poniéndose de rodillas y llorando.
- Claro que entiendo, tu sabes algo que yo no se, y crees que viniendo aquí y revolcándote con el pelmazo de turno vas a conseguirlo. - Justo entonces un arrebato de locura me invadió. Vi como mi oficina sucia, papeles por todos lados, una mujer de dotes afrodisíacos de rodillas desnuda, y yo con una pistola en la mano llevando solo mis calcetines. Me comenzó a hervir la cabeza.

- Mira putita, si quieres venir a jugar a los detectives has dado con el tipo equivocado.- Le dije mientras agarraba su muñeca y colocaba el revolver en su mano. Ella solo gemía y lloriqueaba en silencio. - ¡Y por última vez te repito, que no me llames Ernie!.-

- Tu tampoco entiendes, desde que perdí las 'O's no puedo disfrutar de la vida, todo es gris. - Dijo en voz baja y apagada. - Pensé que si te hacía un favor podríamos llegar a buscarlos juntos. Pero luego cuando llegué hace un rato y el mundo volvió a tener colores, comprendí que tiene que tener que ver contigo. -

- Mira baby, lo lamento, pero tienes un problema. Eres una ninfo o algo. Y yo no te puedo ayudar.- Admití con un poco de pena.
-Toma son doscientos dolares, todo lo que llevo - me dijo buscando en su bolso. - Con esto reservo una hora de tu tiempo en el futuro ¿no?. - Y me paso el dinero.
- Hey, con esto da para mucho más, hay hasta para pagar una orgía si quieres, ¿de donde saco una ramera como tu tanto dinero?- Dije arrepintiéndome de inmediato, ya que un profesional nunca le mira los dientes a su caballo. Ella no dijo nada.
- Bueno, no importa. Podemos quedar el Lunes, este fin de semana voy a hacer negocios a Los Angeles. - Mentí. Ella asintió y comenzó a ponerse su ropa con prisa.

Pasé el fin de semana de burdel en burdel, y por alguna extraña razón no pude llegar al cenit ni una sola vez, todo se volvía lento, aburrido, pausado. Incluso me daba la impresión de que las diversas rameras de la noche (tenía doscientos pavos que quemar) tampoco se lo pasaban bien, para el Domingo el volumen de mi vida había bajado sus decibles a la mitad, gasté los últimos 25 pavos en una botella de whisky y dos Thailandesas que alguien había dejado en la ciudad al escaparse su circo sin ellas. Pero nada, mi libido estaba seco. Llegaba hasta un cenit, como una especie de coqueteo pero jamás concluía.

La espere todo el día el Lunes, y el Martes. Todavía la espero, la ramera que me pegó esta horrible enfermedad. Y Cuando la encuentre la matare.

3 comentarios:

tiomemo dijo...

de culto!

pachanka dijo...

de culo!

Mantoscuro dijo...

una gran O!