domingo, agosto 26, 2007

luz y sombra (primera parte)

Durante un viaje de negocios que hice por la costa sur de asia, tierras por lo demas de lo mas recomendables, conoci a una gringa hippie que no se depilaba. Luego de dejarnos llevar por la pasion en una tarde de monson, me conto de una mujer a la que ella iba a ver, quien decia ser una reencarnacion de la diosa primordial. Sin poder encender un cigarro debido a la lluvia, y sin poder esconder mi incredulidad tras el humo que me da estilo y carisma, opte por decirle que me llevara a ella. La gringa no se depilaba pero tenia otros atributos....

Luego de unos dias de hacer arreglines por aqui y por alla, uno que otro coctel exotico, y un vagabundeo nocturno por las rojas calles de Mumbai, me encontre con un mensaje de ella en mi hostel (soy un puto pobre). Me pedia que la encontrara en una media hora en su hotel, de donde partiriamos a ver a la mujer "santa". La noche era calurosa, asi que lamentando no poder darme una buena ducha, parti a encontrarme con la muchacha.

La encontre en la entrada de su hotel disfrazada para la ocacion. Vestida con ropas tradicionales, y esa cosa rara que se ponen en el entrecejo, confieso que me robo el aliento. Parecia una diosa antigua, de alguna religion misteriosa dedicada al culto del sexo y la fertilidad. Su delicado perfume me enloquecio. Me lanze sobre ella hambriento, pero ella me alejo riendo, me subio a un taxi y me contemplo en silencio durante todo el camino. Trate de hacerme con su cuerpo, intentando todas las artimañas que conosco, pero ella solo sonreia tranquila y coqueta, satisfecha de algo que me era desconocido.

Rompia el alba cuando llegamos a una especie de templo moderno, finamente decorado, en medio de la selva. Habia mucha gente mas, casi todos occidentales, muy arreglados para la ocacion. La mayoria llevaba, al igual que mi compañera, ropas tradicionales de la zona, y una gigantesca sonrisa, serena y coqueta, satisfecha, como quien conoce algo misterioso y magico y lo sabe suyo por derecho. Entramos en un salon lleno de velos de colores pasteles, con velas y vaporizadores exhalando aromas dulzones y eroticos. Los muros rojizos con murales de dioses de muchos brazos entrelazandose con hombres y mujeres desnudos, los cojines mullidos por todo el piso, las alfombras exoticas y calidas, la gente bella y sonriente, toda en apariencia de un estrato social alto, me hico pensar que finalmente habia encontrado uno de esos misteriosos toures exoticos por el sur de asia del que todos murmuran avidos, pero que nadie nunca a disfrutado. Mire a mi compañera y le sonrei canchero, mientras me relamia por dentro imaginando lo que sucederia. Ella me miro coqueta pero serena, con esa sonrisa misteriosa que me estaba empezando incomodar. Nos llevaron al centro de la habitacion donde quemaban unas hierbas en unos grandes inciensarios, de los cuales manaba un poderoso humo, que la gente trataba de coger entre sus manos para esparcirlo por su cuerpo. Luego de hacerlo, mi compañera me pidio que la imitara, explicando que era para purificarse. Sonrei pensando que habian partes de mi que nunca habian sido puras, y repeti divertido el rito. El humo, sin embargo, me parecio extrañamente familiar, haciandome pensar en las distintas drogas que he probado, lo que no hizo mas que volverme levemente paranoico...
Una mirada coquetona de mi compañera me ayudo olvidar toda preocupacion.

Tres eunucos poderosos sonaron unos gongs que se encontraban en las esquinas de la habitacion, y la gente tomo asiento sobre los cojines. Las simples notas del los gongs producieron multiples sensasiones en mi cuerpo. Pense que tal ves el humo seria algo sospechoso, pero rapidamente mi compañera me sento junta a ella y me insto a mirar al frente. Sobre una especie de altar, adornado por una estatua de la diosa Kali, la destructora, los eunucos dejaron un trono que traian sobre los hombros.Ssobre el trono una figura cubierta con una seda translucida de pies a cabeza, sentada en posicion de loto. Los eunucos retiraron la seda y me soprendi soltando un suspiro, mientras la gente comensaba a murmurar excitada.

Sobre el trono se encontraba una mujer en sus treintaitantos, de una cabellera negra y exuberante, piel oliva y ojos profundos y de un color que, atribuiselo a la luz, parecia ir del verde esmeralda al amarillo ambar. La rodeaba un aura perturbadora y salvaje, como si mirara en lo mas profundo del abismo y observara el danzar de las penumbras caoticas e hipnotizantes....

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