martes, mayo 08, 2007

Sanidad Mental

"No era pensar, me parece que ya te he dicho muchas veces que yo no pienso nunca; estoy como parado en una esquina viendo pasar lo que pienso, pero no pienso lo que veo. ¿Té das cuenta? Jim dice que todos somos iguales, que en general (así dice) uno no piensa por su cuenta " -el perseguidor, Julio Cortazar-

Cuando nos envuelven paredes planas y vacías, la mente puede perderse y navegar a la deriva. Para nuestro cerebro, la diferencia entre una pared adornada y una pared vacía, es como la diferencia entre una hoja de calígrafía y una hoja de croquis para un niño. El infante, cuando está frente a una hoja caligráfica plenamente delimitada por renglones, difícilmente se atreverá a rayar algo más que la letra redondita y parsimoniosa que le inculca su profesora. Si,en cambio, lo dejamos solo con una hoja en blanco, el muchachuelo plasmará automáticamente toda su descabellada creatividad sobre él.

Frente a una pared vacía los pensamientos divagan peligrosamente, sin delimitaciones.

Ni los manicomios ni los hospitales deberían tener paredes vacías.

Los niños son seres desquiciados. Lo digo porque me acuerdo de mi infancia, los juegos, los festines de lombrices ("¡se está moviendo en mi guata!"), las masacres de hormigas y los tábanos que, volando empalados, exhibían su castigo fatal como si un condenado a muerte arrastrase la silla eléctrica tirandola del cable del enchufe.

Cuando yo era niño, entre otras cosas, hablaba solo y, como hablar solo siempre ha sido de locos, le tenía un enorme miedo a la locura. Realizaba pruebas obsesivas para asegurar mi salud: "Si logro llegar con 99 pasos al colegio, no estoy loco", "si hago la tarea a oscuras, siempre seré cuerdo". Una vez me llevaron al hospital porque quise soportar el contacto con la corriente eléctrica por 10 segundos.

Ahora pienso que no es tan raro buscar la racionalidad de mi pensamiento llevando a cabo acciones absurdas pues, después de todo, la lógica humana por entera se tambalea en la inverosímil base de su existencia.

Esa última frase me llenaría de orgullo si la hubiese dicho yo por primera vez, pero no es así. "la lógica humana por entera..." lo dijo ella, cuando me había enojado con su excesiva emotividad. Me lo dijo y yo quedé babeando extasiado: "Y te la estás tirando" - pensé con todo el orgullo de un macho alfa.

Ella era profesora de básica. Ni ella ni el recuerdo de su cuerpo ensangrentado se borran de mi cabeza.

Se llamaba Ana. Su padre era epiléptico y un día comenzó a sufrir convulsiones que no cesaron nunca y un neurólogo decidió partirle el cerebro en dos en una cirujía llamada 'escisión cerebral'. Esta operación se realiza frecuentemente en epilépticos graves y consiste en cortar las conexiones nerviosas entre los dos hemisferios del cerebro. Después de la operación el sujeto se comportaba relativamente normal a simple vista. Sin embargo, si le realizabas ciertas pruebas podías darte cuenta que dentro de su cabeza habían dos mentes. Podías obtener respuestas distintas si le preguntabas lo mismo a cada uno de los hemisferios por separado. El doctor nos había enseñado cómo hacerlo.

Me dijo: "¿Dónde está mi Papá? ¿En qué lado del cerebro le quedó la conciencia?"... Ella llegó a la conclusión de que la conciencia de su padre, su Yo interno, no podría quedarse sólo en un hemisferio cerebral... Al dividir la materia gris, su Yo, su alma entera, se había partido en dos con el láser del cirujano. Como cuando partes una lombriz en dos. Ambas mitades se siguen moviendo y viviendo como dos seres absolutamente independientes.
¿Cuántas lombrices puedes crear despedazando una?¿Cuántas veces puedes dividir la conciencia?¿cuántos "Yos" pueden haber en tu cabeza?

Y si todos esos Yos 'aparecen' en tu cabeza cuando te la parten en dos ¿por qué no pensar que esos individuos ya estaban dentro? ¿por qué no creer que la mente es una sociedad completa, llena de seres que conversan en un lenguaje eléctrico?

Porque nosotros en algún momento éramos uno, pero había decidido castigarme por haberla matado. Después de los ruidos fuertes, los golpes indoloros, los fierros doblados... ella murió en su cuerpo, pero no en mi cabeza. Me conversa y me sigue mirando con sus ojos azules desorbitados, entre la tormenta de parabrisas roto, sobre su cuello desnucado. Me observa y me pregunta si estoy lo suficientemente despierto como para conducir.

1 comentario:

pachanka dijo...

-What about me?
-What about you? do you know about me?
-Why would you want to know about him anyway?
-What do you mean him? did you mean us?
-Us? what "Us"?
-Us, as in you and... Where did we go?
http://www.lost.eu/357a9