Amigazos, renuncio a lo que me propuse en mi anterior post. Si alguien entendió lo que posteé (pues lo enredé lo suficiente para que fuese complicado) y se anima, que lo siga. Yo fui incompetente.
Para saldar mis deudas con el blog, posteo algo cortito, generalmente depresivo, superficial y con unas breves tonalidades mamonas.
- Penélope, ¿a quién quieres?
Ella no le respondió, se hacía la dormida al otro lado de la cama
- Penélope, sé que me escuchaste, dime... ¿a quién quieres?
- Ya te dije que a tí, devolvió ella con voz de sueño
El silencio para Rogelio era como el aleteo de un zancudo en la penumbra, amenazante de zumbar en cualquier momento dentro de la oreja.
- Yo sé que te quieres acostar con otros hombres, no tienes para qué mentirme...
Silencio.
- Sé que te acuestas con otros hombres. Los dos sabemos que yo sé, que lo he visto...
Silencio. La oscuridad los defendía de sus propias expresiones. Ambos querían gritar o irse o dormir, pues las nadas, los espacios de nada, amenazan estallidos.
- Tú sabes que a mi eso no me importa. Ya hemos conversado que a mi me gusta mirar y sé que yo nunca te podría dar tanto placer como los otros... y a tí, además a tí te gusta que yo mire y te desee detrás del espejo mientras tú estás con los otros...
- Penélope, ¿a quién amas?, preguntó nuevamente, asfixiado por la angustia
- A nadie, respondió Penélope por fin - Nunca he amado a nadie más que a mis zapatos.
1 comentario:
uuuuu, brigido, ´pero ta bueno
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